domingo, 21 de mayo de 2017

22 de Mayo de 1810: Cabildo Abierto

El Cabildo comenzó a poblarse a partir de las ocho de la mañana. Asistieron 251 vecinos de los 450 que habían sido convocados. Entre los ausentes habría que considerar a algunos que fueron disuadidos de concurrir cuando ya estaban en las cercanías del edificio. El inicio de la reunión se demoró porque tres asistentes plantearon la nulidad de la asamblea por falta de quórum. El reclamo no prosperó.
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La imagen de una reunión muy formal y organizada que conocimos a través de las láminas escolares se contrapone al contenido de las cartas y relaciones que fueron escritas en los días posteriores. En el gran salón improvisado en el largo balcón (se usaron tapices para cerrarlo y protegerlos del frío y los curiosos) hubo empujones, gritos y hasta insultos para algún orador poco convincente. La ovación de la jornada fue para la propuesta de un español: el general Pascual Ruiz Huidobro planteó que el virrey Cisneros debía renunciar de inmediato.

Los discursos secaron las gargantas y fue necesario ir en busca de provisiones. Diez botellas del básico vino de carlón, seis botellones del buen tinto de Cádiz, más chocolate caliente y bizcochos sirvieron como refrigerio a los hombres que tomaban, además de una copita, graves decisiones.

Se resolvió que cada uno emitiría su voto en voz alta, dando todas las razones que considerase. Fue un desfile interminable de votos escuetos y exposiciones sobrecargadas. También se encargó comida al fondero Andrés Berdial, por lo tanto, el martes 22 de mayo tuvo lugar el primer delivery de nuestra historia patria.

Un detalle: el gobierno le pagó dieciocho pesos a quienes hicieron trámites de cafetería durante la maratónica sesión y además cuidaron un par de galeras que, por el frío, habían sido utilizadas para desplazarse. Fue el primer antecedente de los trapitos.

El Cabildo Abierto terminó a la medianoche, cuando se emitió el último de los votos. Los capitulares volverían a reunirse al día siguiente para el escrutinio que definiría la continuidad del virrey o su destitución.

POSTURAS POLÍTICAS DURANTE EL DEBATE EN EL CABILDO ABIERTO

El debate y la votación del cabildo abierto se desarrollaron alrededor de una cuestión central: si el virrey tenía o no que cesar en sus funciones y, en caso afirmativo, quién lo reemplazaría. Las posiciones extremas no obtuvieron muchos votos.

1) El obispo Lué sostuvo que, para asegurar la soberanía de Fernando VII en sus dominios americanos, el virrey debía continuar ejerciendo el gobierno con la única novedad de hacerlo junto con un miembro de la audiencia.

2) La posición del abogado criollo Juan José Castelli fue radicalmente la opuesta: sostuvo que el poder de España había caducado y que el pueblo debía asumir los derechos de soberanía y constituir un gobierno independiente.

Ninguna de las dos propuestas fue aceptada.

La mayoría de los presentes estaba de acuerdo en que el virrey debía dejar el gobierno. Las diferencias surgían sobre quién debía reemplazarlo.

3) El teniente general Pascual Ruiz Huidobro —comandante de las tropas peninsulares regulares— sostuvo que debía cesar la autoridad del virrey, la que sería reasumida por el cabildo como representante del pueblo, hasta tanto se formara un gobierno provisorio dependiente de la legítima representación del rey Fernando VII instalada en España.

4) Por su parte, Saavedra, el jefe de las milicias criollas, también sostuvo que el virrey debía cesar y que el cabildo debía asumir la autoridad, pero sólo transitoriamente hasta que se formara una junta que reemplazaría al virrey. Y afirmó además que aunque era el cabildo el que elegía a los miembros de la nueva junta de gobierno, era el pueblo el que le otorgaba la autoridad.

En la votación, la propuesta de Saavedra obtuvo la mayor cantidad de votos, seguida por la de Huidobro. En los días siguientes, las posiciones enfrentadas en el debate fueron asumidas por grupos que tenían intereses económicos y proyectos políticos diferentes. Criollos y peninsulares —y sus aliados— se enfrentaron con el objetivo de ocupar los cargos en la nueva junta, encargada provisionalmente del gobierno del Virreinato del Río de la Plata.

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