lunes, 4 de diciembre de 2017

Los hijos son como navíos…

Al mirar un navío en el puerto, imaginamos que está en su lugar más seguro, protegido por una fuerte ancla. Sin embargo, sabemos que está allí preparándose, abasteciéndose y alistándose para ser lanzado al mar, cumpliendo con el destino para el cual fue creado, yendo al encuentro de sus propias aventuras y riesgos.

Dependiendo de lo que la fuerza de la naturaleza le reserve, tendrá que desviar la ruta, trazar otros caminos y buscar otros puertos.Pero retornará fortalecido por el conocimiento adquirido, enriquecido por las diferentes culturas recorridas. Y habrá mucha gente esperando feliz en el puerto.

Así son los HIJOS. Tienen a sus PADRES, o sea el puerto seguro, hasta que se tornan independientes.

Por más seguridad, protección y manutención que puedan sentir junto sus padres, los hijos nacieron para surcar los mares de la vida, correr sus propios riesgos y vivir sus propias aventuras.

Cierto es que llevarán consigo los ejemplos adquiridos, los conocimientos obtenidos en el colegio, pero lo más importante estará en el interior de cada uno:

LA CAPACIDAD DE SABER SER FELIZ

Sabemos que no existe felicidad inmediata, que no es algo que se guarda en un escondite para ser dada o transmitida a alguien.El lugar más seguro para el navío es el puerto. Pero no fué construído para permanecer allí.

Los padres piensan que serán el puerto seguro de los hijos, pero no pueden olvidarse que deben de prepararlos para navegar mar adentro y encontrar su propio lugar, donde se sientan seguros, con la certeza que deberá ser, en otro tiempo, un puerto para otros seres (los nietos).

Nadie puede trazar el destino de los hijos, lo que sí podemos hacer es tomar conciencia y procurar que lleven en su equipaje VALORES como:

HUMILDAD, SOLIDARIDAD, HONESTIDAD, DISCIPLINA, GRATITUD Y GENEROSIDAD.

Los hijos nacen de los padres, pero deben convertirse en CIUDADANOS DEL MUNDO. Los padres pueden querer que haya siempre una sonrisa en los hijos, pero no pueden sonreír por ellos.

Pueden desear su felicidad, pero no pueden ser felices por ellos.

LA FELICIDAD CONSISTE EN TENER UN IDEAL PARA BUSCAR Y LA CERTEZA DE ESTAR DANDO PASOS FIRMES EN EL CAMINO DE ESE LOGRO.

Los padres no deben seguir los pasos de los hijos y los hijos nunca deben descansar en los pasos que los padres alcanzaron.

Los hijos deben seguir desde el puerto a donde sus padres llegaron y como los navíos, partir en busca de sus propias conquistas y aventuras.Para ello, requieren ser preparados y amados, con la certeza de que:

'QUIEN AMA EDUCA'.

¡Cuán difícil es soltar las amarras y dejar partir al navío!....Sin embargo, el regalo de amor más grande que puede dar un padre es la autonomía.

Gentileza, Marian Benedit

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