domingo, 17 de diciembre de 2017

Preparación y celebración del espíritu de la Navidad

Navidad es una palabra que viene del término Natividad, del latín Nativitas, que quiere decir nacimiento, en este caso, tradicionalmente se refiere a un nacimiento que es un acontecimiento muy especial y grandioso, un nacimiento que eleva espiritualmente a toda la humanidad, el nacimiento de Jesús.
Ahora bien, la Navidad también se refiere a nuestro nacimiento del Cristo interno, es decir, que es el momento de nacer a otros planos, el emocional, el mental y el espiritual…Para que nazcan nuestros estados superiores que todos poseemos, tales como, el bien, la alegría, la veracidad, el trabajo fructífero, el perdón y la fraternidad.


Esta expansión de la energía en muchas culturas se ha relacionado con los solsticios. A lo largo de la historia el solsticio de invierno ha tenido una gran significación, tanto así, que en su afán de cristianizar a los pueblos paganos, la iglesia llevó a esta festividad el nacimiento de Jesús, a fin de hacer olvidar celebraciones y adoraciones a dioses paganos.
Pero vayamos por partes, primero veamos que es en si el solsticio, es el tiempo en que el sol se encuentra más alejado del ecuador, lo más lejos al sur en invierno o al norte en verano.
El solsticio de invierno se inicia a las 12 am del día 22 de diciembre y culmina el día 24 a la media noche, durante este tiempo, el sol pareciera detener su movimiento, de ahí la palabra solsticio, sol estático, para luego el día 25 volver a levantarse, renacer.
La tierra gira en una elipse y no en un círculo alrededor del sol, este movimiento llamado traslación dura 365 días y 6 horas. Por otra parte la tierra no está completamente vertical, sino que su eje está inclinado 23º 27′ grados, y así viaja por la elipse con dicha inclinación, por lo que en los lados más alejados del sol la intensidad de luz y calor sea variable, en el día 22 de diciembre el sol apunta directamente al hemisferio sur, por lo que en el hemisferio norte es invierno, con días cortos, largas noches y mucho frío, del 22 al 25 de diciembre el sol aparece con su máxima declinación al sur, dando el aspecto de estático, para luego comenzar de nuevo su viaje hacia el norte, trayendo luz y calor.
De ahí vienen las celebraciones de el 21 del Espíritu de la Navidad y el 25 del Nacimiento de Jesús, quien trajo la luz a la humanidad, por lo que ambas celebraciones son de carácter solar.
Siguiendo con los eventos astronómicos, notaremos que el eje terrestre del norte durante estos 3 días está dirigido o apuntando hacia el centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea, lo cual no sucede durante el solsticio de verano, este centro galáctico es el lugar de máxima concentración de estrellas y de energía. Esta energía cósmica positiva penetra a nuestro planeta por el polo norte y luego irradia todo el poder de su electromagnetismo a toda la superficie del planeta, produciendo así el mejor efecto benéfico y positivo que recibe la tierra en todo el año. Esta energía la recibe tanto el planeta como todos los seres vivos que lo habitan.

Comencemos por nuestro hogar, en nuestra casa las estructuras  de techos, paredes, pisos, muebles y enseres reciben, día a día, una vibración que instantáneamente es almacenada, alegrías y tristezas, paz y violencia, amor y resentimientos, optimismo y pesimismo, claridad y confusión, prosperidad y escasez, todo queda almacenado en el cuerpo de energía del hogar y de acuerdo a la tónica mental de quienes la habitan, la casa tendrá un aura liviana, clara, acogedora y alegre o será todo lo contrario.
Nuestra casa es como un cáliz que recibe y almacena toda la energía que se genera dentro de ella.
Si la casa es lugar donde se tienen violentas discusiones, disgustos, peleas, gritos, malas palabras, insultos, o si su atmósfera queda cargada con las energías de dolores, sufrimientos, tristezas, depresiones, enfermedades y muerte, o cuando recibe las sensaciones y sentimientos desviados emanados por alcohólicos y drogadictos. Cuando todo esto ocurre, la casa posee un ritmo lento, pesado, llena de malas vibraciones.
Hay otro elemento a tomar en cuenta y es el desorden, cuando tenemos objetos en nuestro hogar en un caos, bien dentro de un armario, maletero o cajón, es un lastre que impide la circulación de las energías positivas.
Cuando arreglamos poco a poco algo desordenado hay un efecto directo en nuestra psique pues los objetos están llenos de connotaciones y significados, además, al enfrentar el desorden en la casa liberamos energía para vivir el presente y al despejar la casa, despejamos la vida y el alma creando un espacio y energía disponible para el aquí y ahora.
También estaremos atentos a los objetos de nuestra casa, los cuales pueden aumentar o disminuir los niveles de energía. Elevarán nuestra energía debido a las asociaciones positivas que despiertan en nosotros, por ejemplo, una concha de mar traída de unas vacaciones alegres en la playa.
Otros objetos expansionan nuestra energía porque complacen a los sentidos, por ejemplo, un jarrón bonito para colocar flores.
Algunos objetos tienen una energía maravillosa debido al significado que les otorgamos, por ejemplo, el dedal que nuestra madre utilizó para coser o remendar nuestra ropa puede significar subconscientemente el amor que ella nos profesa.
Por otra parte, puede haber objetos que nos desagraden y experimentemos una energía negativa, es más, hay objetos que nos afectan a nivel subconsciente y que nos estén vaciando de energía sin que lo sepamos. Por ejemplo, la lámpara que nos regaló la tía Hortensia, quien critica constantemente y en forma destructiva todo lo que hacemos o pensamos, así pues, cada vez que prendemos la lámpara, ¡zaz! Nos roba energía, ¿solución? Deshágase de la lámpara sin contemplaciones.
Desconozco autor.

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