sábado, 23 de julio de 2011

Tener un amigo

Con qué frivolidad, mejor dicho, con qué facilidad nos hemos habituado a manejar el término amigo. Cuando, por distintos motivos, sale a la palestra del comentario el nombre de alguna persona, bien porque se haya tenido alguna relación profesional o simplemente porque nos haya sido presentada o hayamos compartido con ella una caña o un vino, instintivamente deslizamos el calificativo de amigo en nuestro vocabulario, al referirnos a ella, cuando realmente se trata de un conocido dentro de la escala de las relaciones sociales. De ahí que se haya desvirtuado el término amigo, aplicándolo al primero que hayamos conocido.

El amigo auténtico, el de verdad, es un espécimen que escasea, no es endémico. Es aquél que, en los momentos en que lo necesitas, sin requerírselo, acude a tu lado. Es el que perspicazmente se da cuenta de las circunstancias difíciles por las que pasas, sin necesidad de que emitas palabra. Los auténticos "pata negra de la amistad" son perfectos sicólogos. No les tienes que exponer tus problemas. No te colocan en la coyuntura difícil de tener que exhibírselos crudamente, como heridas a las que hay que retirar el apósito desgarrador, a no ser que sea inevitable, Son ellos los que se ponen a tu disposición, sin que los llames. No es preciso que convivas con ellos. Pueden vivir lejos, fuera de tu ambiente cotidiano, pero no por ello dejarán de advertir si pasas por dificultades.

Gozan de un fino sentido telepático. Te ayudarán sin que te violentes, sin que te sientas humillado. El verdadero amigo te conoce y descubre tu estado anímico. Intentará quitar hierro a tu problema, mitigándolo, pero, si tiene motivos para reprocharte, lo hará delicadamente, aunque le duela, pues te quiere. En definitiva, desplegará la esencia de la amistad, sin alharacas e intentará resolver aquello que te agobia. Es entonces, cuando puedes sentirte el ser más grande del mundo por contar con esta clase de tesoro, de valor incalculable.

De ahí su grandeza y de ahí, también, que debamos diferenciar al auténtico amigo del conocido, persona con la que normalmente convives y te relacionas, pero que no alcanza la calificación insuperable de "amigo". ¿Cómo se llega? No lo sé bien. Intervienen diversos factores.

Lo que sí sé es que requiere un caldo de cultivo preparado para favorecer el compromiso y la fidelidad. Concluyendo, que si eres uno de esos afortunados de contar con un "amigo", como yo lo concibo, cuídalo, mímalo, consérvalo como un tesoro. Tu vida estará asegurada. No obstante, no dejes de cultivar las relaciones de los conocidos, pues son los pasos previos que te pueden llevar a conseguir esa fortuna de tener un "amigo". Desconozco autor.




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