miércoles, 18 de febrero de 2015

Temía…

Temía estar solo, hasta que aprendí a quererme a mí mismo.
Temía fracasar, hasta que me di cuenta que únicamente fracaso cuando no lo intento.



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  Temía lo que la gente opinara de mí, 
hasta que me di cuenta que de todos modos opinan.
  Temía me rechazaran, hasta que entendí
que debía tener fe en mi mismo.
  Temía al dolor, hasta que aprendí 
que éste es necesario para crecer.
  Temía a la verdad, hasta que descubrí 
la fealdad de las mentiras.
  Temía a la muerte, hasta que aprendí 
que no es el final, sino más bien el comienzo.
  Temía al odio, hasta que me di cuenta
que no es otra cosa más que ignorancia.
  Temía al ridículo, hasta que aprendí 
a reírme de mí mismo.
  Temía hacerme viejo, 
hasta que comprendí que ganaba sabiduría día a día.
Temía al pasado, hasta que comprendí
 que es sólo mi proyección mental y ya no puede herirme más.
  Temía a la oscuridad, hasta que vi la belleza de la luz de una estrella.
  Temía al cambio, hasta que vi que aún la mariposa
 más hermosa necesitaba pasar por una metamorfosis antes de volar.
Hagamos que nuestras vidas cada día tengan más vida 
y si nos sentimos desfallecer no olvidemos que al final siempre hay algo más.
  Hay que vivir plenamente porque la vida pasa pronto.
  Ernest Hemingway


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