Vive en paz y para la paz
Mira a todos, amigos y los que no lo son,
con respeto y benevolencia.
No hables nunca mal contra nadie,
no condenes a ninguna persona
a ningún grupo, a ningún pueblo,
a ninguna institución.
Perdona todas las injurias, las presentes
y las pasadas; líbrate de las garras del odio,
guarda la libertad de tu corazón para amar,
para convivir, para comenzar
una vida nueva cada día.
Desea simplemente la paz con todos,
la colaboración, la convivencia,
el gozo de la fraternidad y del servicio.
Trata de simplificar los problemas
en vez de agrandarlos; no acumules
las sombras, busca en todo los resquicios
la luz y los caminos de la esperanza.
Ten el valor de negarte siempre,
a colaborar con cualquier proyecto violento,
apartándote de todos los que enseñan
y practican el odio, la venganza,
el amedrentamiento y la violencia.
Crea en torno a ti sentimientos
y actitudes de paz, de concordia,
de convivencia, de misericordia
y de consuelo.
Apoya a los que trabajan sinceramente
por la paz, en la verdad, libertad y justicia.
Dedica algún tiempo a trabajar
tú también por la paz, con serenidad,
esperanza y generosidad.
Pídele a Dios que te dé el espíritu
de la sabiduría, de la bondad,
de la fortaleza y de la generosidad,
para ser un auténtico instrumento
de su bondad y de su amor,
en un mundo renovado,
en el que todos podamos vivir
en la verdad, el amor, la libertad
y la fraternidad.
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