Buenos Aires
2 de Febrero de 1536
Fundación de la Ciudad de Buenos Aires
Con una costosa expedición de más de diez naves, hombres y caballos, Don Pedro de MENDOZA funda por primera vez la ciudad de Buenos Aires, y en ese momento la llamó Puerto de Nuestra Señora Santa María del Buen Aire, situada en la banda derecha del Río de la Plata. La ciudad fue denominada en honor a la Virgen del Buen Ayre, protectora de los navegantes, venerada en Cerdeña, y tenían como objetivo utilizarla como fuerte y no así como ciudad.
La primer construcción era una fortaleza, pero precaria, rodeada por un muro de tierra de 150 varas (o yardas, siendo equivalente la vara a poco menos que 1 metro, 83 cm.) por lado y dos metros de alto, con una fosa a su alrededor. La hambruna tremenda que se sufrió originó casos de canibalismo. Los indios incendiaron las rancherías levantadas. Los caballos y yeguas abandonados en la llanura se multiplicaron en gran número. Don Pedro, muy enfermo, decidió regresar a España, murió durante la navegación y su cadáver fue arrojado al océano.
Unos años más tarde el casco de la ciudad sería destruído por los mismos habitantes, allá por el año 1541 a raíz de los contínuos enfrentamientos y actos de vandalismo con las personas nativas.
Autor: Felipe Pigna
Buenos Aires es una de las pocas ciudades en el mundo que fue fundada dos veces. La primera, en 1536, y la segunda, en 1580.
El primer adelantado
Las extraordinarias riquezas llegadas desde México y Perú provocaron en España un gran interés por la conquista. Pedro de Mendoza, un noble español que había oído hablar de una Sierra de Plata cerca del Río descubierto por Solís en 1516, firmó una capitulación con el rey Carlos I. Por este documento, el monarca lo reconoció como “el primer adelantado del Río de la Plata” y Mendoza se comprometió a financiar la expedición a cambio de futuras riquezas a dividir entre las partes firmantes.
La primera Buenos Ayres
En enero de 1536 llegó Don Pedro de Mendoza con sus 14 navíos, 1.500 hombres y unas pocas mujeres al Río de la Plata. El 3 de febrero fundó la ciudad de la “Santísima Trinidad y el puerto de Nuestra Señora de los Buenos Aires”. Pero los constantes ataques de los indios querandíes, la falta de alimentos y la aparición de enfermedades obligaron a los conquistadores a abandonar el lugar. Sólo quedaron unas pocas vacas, toros y caballos que con el tiempo se transformarían en la principal riqueza de estas tierras.
El hambre en la Buenos Aires de Pedro de Mendoza
“La gente no tenía qué comer y se moría de hambre y padecía gran escasez, al extremo que los caballos no podían utilizarse. Fue tal la pena y el desastre del hambre que no bastaron ni ratas ni ratones, víboras ni otras sabandijas; hasta los zapatos y cueros, todo hubo de ser comido. También ocurrió entonces que un español se comió a su propio hermano que había muerto.”(Ulrico Schmidl, Viaje al Río de la Plata, 1567)
La primera feminista
Isabel de Guevara fue una de las pocas mujeres que participaron de la fracasada fundación de Buenos Aires. Así le escribía a la reina de España veinte años después: “Vinieron los hombres en tanta flaqueza que todos los trabajos cargaban a las pobres mujeres, así en lavarles las ropas como en curarles, hacerles de comer lo poco que tenían, a limpiarlos, hacer centinela, rondar los fuegos, armar las ballestas y sargentear y poner en orden a los soldados. Porque en este tiempo –como las mujeres nos sustentamos con poca comida-, no habíamos caído en tanta flaqueza como los hombres”. Isabel de Guevara, 2 de julio de 1556.
Asunción
Algunos miembros de la expedición de Mendoza decidieron volver a España, otros remontaron el río Paraná y fundaron en 1537 la ciudad de Asunción. Allí fueron bien recibidos por los guaraníes. Los españoles lograron establecerse y formaron parejas con las aborígenes, dando lugar al mestizaje. Desde allí partió la expedición de don Juan de Garay, que fundaría Santa Fe en 1573, y refundaría Buenos Aires en 1580.
Abrir las puertas a la tierra
En una carta al Rey, Juan de Garay le explicaba la necesidad de fundar un puerto sobre el Río de la Plata, para “que abriésemos las puertas a la tierra y no estuviésemos encerrados”. Así se rompería el aislamiento de Asunción, se frenaría el avance portugués y se abriría un puerto alternativo de salida para los metales del Alto Perú.
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