Como el rosal podado en el otoño,
no te desangres llorando la savia por tus heridas.
Guárdala para retoñar en primavera y verás multiplicada tu alegría, cuando veas que son más las rosas que las ramas perdidas!
Como el río que corre con sus aguas hacia el mar y se da contra el paredón de un dique, no te des por vencido!
Deja que tus aguas se acumulen con paciencia,
hasta que pueda saltar el murallón y seguir corriendo!
FUENTE: TROSSERO, René J.:
Fragmentos del libro: `No dejes de vivir, aunque tengas que sufrir'
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