viernes, 11 de mayo de 2012

El día que Clemente lloró

Absolutamente genial, inolvidable y querido, Caloi nos dejó una obra que supo abrazar al humor con la sabiduría. Hasta siempre negro Un autor del humor, quizá sea una de las profesiones más nobles que puedan existir. Si la vida personal no acompaña, si el país está en crisis o si sólo se ha tenido un mal día, hay quien está ahí para crear sonrisas, despertar carcajadas inesperadas y hacer pensar que “esto también pasará”. Hoy se fue Caloi. Sin dudas, un artista que sacó a los argentinos de muchos malestares, depresiones o malos momentos con su pluma sagaz y su conmovedora forma de alegrar a la cruz del sur. Photobucket
 Clemente y la mulatota tenía vida propia, y hasta habían trascendido la autoría de su creador. Grandes y chicos adoraron a este pájaro que no era exactamente un pájaro pero podía volar. 
No tenía alas ni brazos. Pero sí las virtudes de un ser que hacía pensar, imaginar y creer que en tiempos difíciles todavía se podía ejercer el derecho a la alegría.  
Clemente nace en el año 1973 y en sus inicios era un personaje secundario. Era el acompañante del tranvía de Bartolo. Pero su figura creció espontáneamente, la gente lo eligió. Sus sueños tenían forma de balón. Su mayor anhelo era jugar en “Boca Juniors”, en primer lugar, y luego en la Selección nacional si le daban la oportunidad. Pero, su logro más emblemático no fue su juego sino la “guerra de los papelitos”, en pleno mundial de fútbol de 1978. Esta imagen quedo inmortalizada por los argentinos, ya que por ese entonces el relator ícono del mundial, José María Muñoz, se oponía a esta costumbre en los estadios, y como una forma de darle una tregua a la censura que Caloi padeció durante la dictadura militar, creó la famosa guerra de papelitos. Desde entonces, Clemente se transformó en el paradigma del hincha argentino. Durante esta etapa, el dibujante en lugar de reprimir su creatividad logró el nacimiento de algunos de los personajes más importantes de la historieta argentina. 'El golpe de 1976 fue decisivo -contó en su momento-; quebró la Argentina y condicionó la tira: como la censura era grande tuve que desarrollar la vida interior de la historieta ya que no había posibilidad de abordar temas políticos y así fueron surgiendo el Negro de Camerún, la Mulatona, Mimí o Jacinto entre otros“. ¿Quién podría olvidarlos? Mimi, aquella aristocrática canaria que desde su sofisticada jaula vivía enamorada de Clemente. En cambio la Mulatona era voluptuosa, espontánea y amante del ritmo y con sus danzas detenía el corazón de los presentes. Clemente supo ser tan entrañable como ácido en su humor. Una de sus frases más desopilantes hace referencia a la obsesión de los argentinos con el psicoanálisis: “Hay formas y formas de acostarse. La más cara es tenderse sobre un diván, junto a un hombre serio que, según dicen, sabe más que el acostado sobre la muerte, el amor, el sexo, las dudas y las manías”. Absolutamente genial, inolvidable y querido, Caloi nos dejó una obra que supo abrazar al humor con la sabiduría. Hasta siempre negro.  
Por Eugenia Plano. 8/05/2012 

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