De repente todo se vuelve tan simple que asusta.
Perdemos las necesidades,
se reduce el equipaje.
Las opiniones de los demás,
son realmente de los demás,
incluso si son sobre nosotros;
no importa.
Abandonamos las certezas
porque ya no estamos seguros de nada.
Y no nos hace falta.
Vivimos de acuerdo a lo que sentimos.
Dejamos de juzgar,
porque ya no hay bien ni mal,
sino más bien
la vida que eligió cada uno.
Finalmente entendemos
que todo lo que importa
es tener paz y tranquilidad,
es vivir sin miedo,
es hacer lo que alegra el corazón
en ese momento.
Y nada más.
Cuando descubrimos todo eso
es cuando llega la satisfacción plena
La verdadera felicidad.
(Desconozco autor)
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