Se fue al cielo de la historia vencido por las enfermedades y con el único tesoro de su reloj personal para recompensar al médico que lo asistió hasta el final.
Su cuerpo estuvo ocho días sin poder ser sepultado por falta de dinero.
El mármol de una cómoda de su casa sirvió de lápida para identificarlo”.
“Sus restos descansan en el atrio del convento de Santo Domingo y su monumento fue construido con el aporte del pueblo.
En la función pública se empobreció lícitamente.
Manuel dijo que el sentimiento de libertad es capaz de transformar en héroes a los ciudadanos más simples.
Combatió contra los monopolios y todo tipo de autoritarismo.
Defendió la libertad de prensa y la modernización y trajo de Europa las ideas más avanzadas de soberanía y emancipación”
“Manuel fue un progresista moderno. Protegió siempre a los más desprotegidos, a los más humildes, a los ancianos, a las mujeres y a los indios. Apostó a la prosperidad y al bienestar de la gente.
Le dio a la tierra el carácter de generadora de riquezas y no combatió a los chacareros”.
“Fue un hombre culto, un renacentista. Pasó por Salamanca y Valladolid, hablaba y leía perfectamente en inglés, francés, italiano y latín. Redactó junto a Mariano Moreno el Plan Revolucionario que se presentó a la Junta.
Combatió en las invasiones inglesas y se hizo general de la Nación porque la patria lo necesitó pese a que su formación era de abogado, economista, diplomático y periodista”.
Para finalizar, Alfredo Leuco reflexionó: “Es una figura casi indiscutida como emblema del país que queremos. La etimología de la palabra bandera lo dice todo: viene de banda, de lazo que amarra, que nos liga y nos mantiene estrechamente abrazados. Nos une en nuestra identidad.
Hoy, mañana y todos los días debemos recordar que nuestra bandera idolatrada es la enseña que Belgrano nos legó. Cuando triste la patria esclavizada, con valor sus vínculos rompió.
Es hora de romper los vínculos. Y de dejar de ser una patria esclavizada por los autócratas y los ladrones”.

Por eso, si me permite, Don Manuel, me gustaría decirle una vez más que usted es el espejo en el que todos los funcionarios argentinos deberían mirarse. Porque usted hizo el camino inverso de tantos políticos corruptos. La mayoría llega pobre a la función pública y sale rico. La mayoría se enriquece ilícitamente. Su biografía demuestra que usted hizo todo lo contrario. Nació rico. Nació en cuna de oro porque su padre era un importante comerciante. Por eso pudo acceder a la educación a la que accedió. Por eso Salamanca, Valladolid. Pero se pasó la vida repartiendo su fortuna entre la gente común. Y murió pobre. Se empobreció lícitamente. Se convirtió en una bandera de austeridad republicana. Usted, justo usted, que es el creador de la bandera convirtió su trayectoria en una bandera y su cuerpo en el abanderado de los mejores valores que debe tener un hombre público que está obligado a servir a su comunidad.
Por eso creo que llegó la hora de pedirle perdón.
Le decimos gracias por haber protegido siempre a los más desprotegidos, a los más humildes, a los ancianos, a las mujeres y a los indios. Por haber impulsado siempre el progreso y el bienestar de la gente.
Gracias por grabarnos a fuego en nuestra identidad esa frase maravillosa que dice que el sentimiento de libertad es capaz de transformar en héroes a los ciudadanos más simples.
Gracias por su combate permanente contra los monopolios y todo tipo de autoritarismo.
Por haber sido miembro del primer gobierno patrio.
Por defender la libertad de prensa y la modernización.
Por haber traído de Europa las ideas más avanzadas de soberanía y emancipación y las tres vigas maestras de la revolución francesa: libertad, igualdad y fraternidad.
Gracias por la inmensidad de su cultura.
Por hablar y leer perfectamente en inglés, francés, italiano y latín.
Gracias por haber redactado junto a Mariano Moreno el Plan Revolucionario que se presentó a la Junta. Gracias por decir que la patria es educación.
Por haber donado sus sueldos para construir la biblioteca pública y varias escuelas que se construyeron 170 años después.
Gracias por el coraje de haber combatido en las invasiones inglesas y por tomar las armas y convertirse en general de la Nación cuando su formación era de abogado, economista, diplomático y periodista.
Es la patria que Belgrano nos legó.
Nos une en nuestra identidad.
Una bandera como el cielo refulgente, ostentando sublime majestad, después de haber cruzado el continente, exclamando a su paso: ¡¡Libertad, Libertad, Libertad¡¡“.
ALfredo Leuco

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