y voy para Belén.
Belén está muy lejos,
hay que tomar el tren,
cruzar el mar, en coche,
después seguir a pie.
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Recuerdo que hace añares
solíamos jugar.
Los dos éramos changos,
pero una Navidad
me fui para ser grande
y ya no lo vi más.
Pero Él no se cansa
nunca de jugar.
Sigue siendo chango
para Navidad.
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No le lleves nada,
nada, por favor,
más que un paquetito
con tu corazón.
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