Parques Nacionales participa en proyectos de investigación científica de alcance internacional en el rincón más austral del mundo, donde Argentina fue el primer país en plantar bandera a comienzos del siglo XX.
Argentina fue el primer país del mundo en instalarse en el Continente Blanco y es el único con más de cien años de presencia ininterrumpida allí. El 22 de febrero de 1904 se inauguró en la isla Laurie, del grupo de Islas Orcadas del Sur, la Base Orcadas; desde entonces la bandera argentina flamea en el sector antártico y por ello se celebra en la fecha el Día de la Antártida Argentina.
En los orígenes de la llegada del país a la Antártida, así como en los de la Administración de Parques Nacionales (APN), hay un nombre en común, el del Perito Francisco P. Moreno. El ‘padre’ de los Parques Nacionales, así llamado porque su donación de tierras ubicadas en la Patagonia al Estado Nacional, el 6 de noviembre de 1903, permitió establecer las bases para el desarrollo del Sistema Nacional de Áreas Protegidas, fue también quien dio impulso a la creación del Observatorio Meteorológico y Geomagnético de las Islas Orcadas del Sur, considerando la importancia científica y política de instalar un observatorio de este tipo en el lugar.
Además, en 1990, a partir de la firma de un convenio entre la APN y la Dirección Nacional del Antártico (DNA), la Argentina se convirtió en el primer país en enviar guardaparques al área de conservación internacional más austral. Desde hace casi treinta años, Parques Nacionales lleva adelante una selección por concurso de antecedentes por el que integrantes del Cuerpo de Guardaparques Nacionales participan en las campañas de verano e invernada en las Bases Antárticas Orcadas, Carlini (ex Jubany) y/o Esperanza, brindando así a los agentes de conservación la posibilidad de estar en contacto con una fauna particular, trabajar en condiciones climáticas y ambientales extremas y comprometerse en el marco de proyectos de investigación internacionales.
Todos los datos relevados se vuelcan en planillas que junto a muestras biológicas y discos con información sismológica y geodésica son aportados a los investigadores del Instituto Antártico Argentino al regreso de cada campaña. De esta manera, sumando el análisis de las muestras, se elaboran los informes que luego son publicados, compartidos con otros organismos nacionales e internacionales y finalmente se presentan en reuniones científicas en distintas partes del mundo cerrando un ciclo de trabajo multidisciplinario.
Parques Nacionales en la Antártida
En 2017 la guardaparque Catalina Martínez se convirtió en la primera mujer en participar de una campaña anual, y lo hizo junto al guardaparque Pablo Sugliano. Juntos llevaron a cabo las tareas propias del programa de Monitoreo Ambiental que el Instituto Antártico Argentino desarrolla en el marco de convenios internacionales de cooperación científica para detectar cambios en las poblaciones animales o alteraciones del ambiente. Mientras que en 2018 por primera vez fueron dos mujeres guardaparques las seleccionadas para la campaña anual: Lorena Ojeda Gómez y Carina Rivas participaron en Orcadas en censos semanales de mamíferos y aves voladoras; estudios de dieta de pingüinos, gaviotas cocineras, cormoranes imperiales, eskúas y lobos marinos de dos pelos; recolección de plumas y censos de crías de las focas de Weddell y otras actividades orientadas a conocer el éxito reproductivo de los pingüinos y sus tendencias poblacionales con el objetivo de detectar cambios en el ecosistema antártico. Recientemente, el guardaparque Juan Garro zarpó desde el Puerto de Buenos Aires a bordo del buque rompehielos ARA Almirante Irizar para participar de la campaña anual 2019.
"Nuestra presencia en la Antártida es algo muy particular. La Dirección del Antártico nos convoca por nuestra capacidad de movernos en diferentes terrenos y por los conocimientos adquiridos durante nuestra carrera. Participamos de proyectos de investigación científica en una reserva natural dedicada a la paz, es una apuesta a la conservación”, escribe Carina, desde Orcadas, donde permanece a la espera de su relevo.
Desde allí regresó, semanas atrás, Lorena, quien a su regreso dice: “Fuimos a trabajar con cinco proyectos sobre plancton, aves voladoras y mamíferos, pingüinos y cormoranes. En todos los casos reunimos datos para proyectos de investigación, un poco como hacemos en los Parques, pero en este caso variaba el animal y la frecuencia. Y aunque trabajábamos siempre en un lugar que durante un año es tu único hogar, cada salida era diferente porque todos los días en la Antártida son diferentes; el paisaje tan austral es súper raro, y es un disfrute total”.
“Nuestra presencia fue especialmente particular porque significó la primera vez que dos mujeres guardaparques realizaban la campaña invernal y fue una gran responsabilidad porque debimos luchar contra los prejuicios que existen contra las mujeres”, agrega Carina, para quien “cada salida caminando o en bote, con viento, nieve o cielo despejado es una posibilidad única; la Antártida deja una huella imborrable en vos, para mí vivir un año en este continente fue una de las mejores experiencias personales y laborales que he experimentado. Y repetiría”.
Desde el sábado 16 de febrero el guardaparque Juan Garro, quien se encontraba desempeñando funciones en el Parque Nacional Nahuel Huapi, viaja rumbo al Continente Blanco para continuar realizando tareas de apoyo a investigaciones científicas internacionales, entre otras: nuevos censos de fauna; seguimiento del ciclo reproductivo de pingüinos; muestreos de plancton marino; e instalación de cámaras trampa. Juan viaja acompañado por Nahuel Ravina, licenciado en Ciencias Ambientales (UBA), con quien conformará el equipo de trabajo que llevará adelante las distintas acciones de monitoreo ambiental para seguir conservando la vida, también, en el rincón más austral del planeta.
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