martes, 24 de abril de 2012

Ya no se muere de amor

Ya no se muere de amor.

Es algo que no vale la pena.
Que está relegado al rincón donde habita la locura,
los ideales y la sangre seca de una rosa marchitándose en el olvido.
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Es mucho mejor resguardar la serpiente del odio,
fanática compañera de lo extraño,
que apegarse a unos ojos que lloran
cuando le dices que vives por ellos.
Es mucho más fácil encadenarse
al suplicio de una esquirla insidiosa
que estalla desertando en lo esencial,
que tomar una mano y sentir la piel
vibrando al unísono en tus poros.
Es más sencillo morir porque el ego te lo dicte,
que entregarse a la tierna conciencia de un abrazo.
Así vamos, muriendo cada día,
ante la indiferencia de la propia muerte,
yaciente ella, enterada de lo inútil que se ha vuelto a nuestros ojos.

© Juan José Mestre
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