sábado, 10 de noviembre de 2012

11 de noviembre San Martín de Tours – Patrono de la ciudad de Buenos Aires

Cumpliendo con una antigua tradición, don Juan de Garay y los primeros miembros del cabildo, unos días después de fundada la Ciudad, el 20 de octubre de 1580, se reunieron para darle un santo como Protector y Patrono. La suerte recayó en San Martín, obispo de Tours (316-397), monje, pastor y apóstol de las Galias (actual territorio de Francia). La historia que tiempo después fue pasando de boca en boca hasta el día de hoy, es que los vecinos al ver el nombre de un “santo francés” se negaron a que sea protector de una ciudad de las colonias españolas. Reiteraron la elección, y por tres veces salió el mismo nombre, considerando de esa forma que era Dios mismo quien quería ese santo patronazgo. Lo cierto es que desde el día de la elección San Martín de Tours pasó a ser parte importante de la historia y la vida de la Ciudad de Buenos Aires. Photobucket  

La devoción de los porteños de antaño se demostraba no solamente en esta fecha, sino que también se realizaban novenas y el rezo de las cuarenta horas cuando casos de sequía, epidemias o guerras hacían que se pidiera su intercesión. Si bien se ha mantenido el culto, la Ciudad de Buenos Aires perdió la costumbre de realizar las pomposas ceremonias de la antigüedad; es por eso que a partir de 1968, la Ciudad instauró los festejos de la Semana de Buenos Aires coincidentes con la festividad del Santo Patrono. La Parroquia San Martín de Tours ubicada en la calle del mismo nombre a la altura del 2949 en pleno barrio de Palermo, fue erigida canónicamente el 15 de diciembre de 1931 por el Cardenal Santiago Copello, durante el gobierno militar de José Félix Uriburu. La plazoleta “San Martín de Tours, Patrono de Buenos Aires”, que está ubicada entre las calles Schiaffino, Posadas y Avenida Alvear es una de las más antiguas, tradicionales y bellas de la Ciudad. En ella se pueden observar y disfrutar los monumentos a Emilio Mitre, ingeniero y periodista, y una escultura de bronce que representa al santo protector porteño compartiendo su capa con un pobre mendigo. La mayoría de los árboles datan de la época de los monjes Recoletos, y fueron conservados especialmente gracias a la intervención del presidente Nicolás Avellaneda en 1881.

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