martes, 20 de noviembre de 2012

El problema

Cuenta la leyenda que en un monasterio budista ubicado en una ladera casi inaccesible de las frías y escarpadas montañas de los Himalayas, un buen día uno de los monjes guardianes amaneció sin vida. Le hicieron los rituales tibetanos propios para esas ocasiones, llenas de profundo respeto y misticismo. Sin embargo, era preciso que algún otro monje asumiera las funciones del puesto vacante del guardián. Debía encontrarse el monje adecuado para llevarlas a cabo. Photobucket  
El Gran Maestro convocó a todos los discípulos del monasterio para determinar quien ocuparía el honroso puesto de Guardián. El Maestro, con mucha tranquilidad y calma, colocó una magnífica mesita en el centro de la enorme sala en la que estaban reunidos y encima de ésta, colocó un exquisito jarrón de porcelana, y en él, una rosa amarilla de extraordinaria belleza y dijo: He aquí el problema. Quien lo resuelva asumirá el puesto de Honorable Guardián de nuestro monasterio. Todos quedaron asombrados mirando aquella escena: un jarrón de gran valor y belleza, con una maravillosa flor en el centro. Los monjes se quedaron como petrificados, en el más respetuoso silencio, hundidos en sus interrogantes internas… · ¿Qué representaría ese bello jarrón con flores? · ¿Qué hacer con él? · ¿Cuál podría ser el enigma encerrado en tan delicada belleza? · ¿Simbolizaría acaso las tentaciones del mundo? · ¿Podría ser algo tan simple como que necesitara agua la flor? · Eran tantas preguntas… En momento determinado, uno de los discípulos sacó una espada, miró al Gran Maestro, y a todos sus compañeros, se dirigió al centro de la sala y Zas... destruyó el Jarrón de un sólo golpe. Tan pronto el discípulo retornó a su lugar, el Gran Maestro dijo: "Alguien se ha atrevido no sólo a dar solución al problema, sino a eliminarlo. Honremos a nuestro nuevo Guardián del Monasterio". No te quejes con tu Dios diciéndole que tienes un gran problema, dile a tu problema que tienes un Gran Dios. Desconozco autor.   Photobucket

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