martes, 20 de agosto de 2013

21 de agosto: Día del catequista.

El 21 de agosto la Iglesia recuerda a San Pío X, Papa, patrono de los catequistas. En esta fecha festejamos el Día del Catequista. El Papa Pío X ejerció su pontificado entre los años 1903 y 1914. Toda su actividad como Papa estuvo marcada por la importancia que dió a la catequesis y a la pastoral. Promocionó la comunión frecuente y dispuso las formas de preparación para que los niños accedieran al sacramento, redactó un catecismo, se ocupó de la formación del clero y de promover el canto litúrgico. También dió mucha importancia a la organización de los distintos movimientos y asociaciones de laicos que por aquellos años comenzaban a surgir en la Iglesia.  photo Felizdiacuteacatequistas_zps84639940.gif

  Con todas estas iniciativas se estaban dando los pasos iniciales para que la catequesis, sobre todo la de preparación a los sacramentos, llegara a tener un lugar destacado en la Iglesia del siglo XX y que fuera ejercida no sólo por los sacerdotes y las religiosas, sino también por laicos y laicas.
  Haciendo eco El verbo “catequizar” proviene de una palabra griega que significa “hacer eco”. ¡Qué término tan adecuado! La tarea del catequista no es sólo pasar datos o comunicar alguna información. La tarea del catequista es la de quien busca llegar hasta el corazón del otro para que el mensaje resuene allí. Y por eso el catequista se ve envuelto en un ida y vuelta permanente, recibiendo el “eco” de lo que su anuncio provoca, acompañando las reacciones, las dudas y los sentimientos que el anuncio va provocando en el catequizando. 
A veces, no se escucha ningún eco. Y esto es así porque ningún método, ni planificación ni estrategia educativa nos asegura la respuesta que vendrá libremente desde el corazón del niño, del adolescente o del adulto. Pero cuando tenemos el regalo de “ver” las respuestas…
¡Qué alegría! ¡Qué gozo el que haya otros y otras que se acercan a Jesús y saber que hemos podido ser un instrumento para que el Espíritu Santo actúe! Disfrutemos sin escrúpulos de esos momentos, que son de las alegrías que vamos teniendo para aligerar la tarea. La caridad del catequista Quiero compartir con todos/as los catequistas algunas palabras de la obra “Catequesis para los ignorantes” (De Catechizandis Rudibus), escrita por San Agustín en el año 400. San Agustín recibió una carta de su amigo diácono Deogracias. 
En ella, el diácono le planteaba esas preguntas que nos seguimos planteando los catequistas hoy: cómo hacer para que los catequizandos se entusiasmen, cómo hacerme entender, qué métodos emplear, etc. San Agustín le contesta con un pequeño tratado sobre la catequesis, donde aborda tanto los aspectos metodológicos como el contenido doctrinal. Y también comenta las actitudes y disposiciones necesarias en el catequista para llevar adelante su tarea: “Ciertamente que si nos cansa repetir a menudo las enseñanzas usuales y apropiadas para niños, será necesario que nos adaptemos a ellos con afecto fraternal, paternal y maternal, y así unidos a sus corazones hasta a nosotros mismos nos parecerán novedosas. En realidad, vale mucho el afecto de un corazón que sabe compadecerse de los demás. Y así como ellos se encariñan de nosotros que les enseñamos, así nosotros de ellos, que aprenden. Compenetrarse mutuamente, de manera que ellos escuchando nos atiendan con sus mismas palabras; y nosotros enseñando, aprendamos de ellos a expresarnos en forma que les guste.” (Cap. 12) San Agustín, que había estudiado retórica, conocía el principio de “adaptación al oyente”. Y lo aplica magníficamente a la catequesis, no como un recurso para “vender” algo, sino como la actitud que nace del afecto y el cariño.
  Renovando el ardor Hablando de la catequesis en nuestros tiempos, vemos que la misma se lleva adelante en distintos ámbitos. Pero ciertamente que hay dos que son muy importantes: las parroquias y los colegios religiosos.
El día del catequista será una buena ocasión para que los párrocos y los directores de colegio tengan un lindo gesto de reconocimiento hacia los y las catequistas que llevan adelante su tarea con tanto amor, dedicación y entusiasmo. Puede ser el momento adecuado para hacerle saber a la/el catequista que apreciamos su tarea y que lo queremos. 
Será una caricia, un “mimo” para el alma, una forma de decirles a los catequistas que no están solos, que toda la Iglesia está con ellos.
Fuente: http://www.san-pablo.com.ar/ 
Feliz día a todos los que somos Catequistas.
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