jueves, 22 de agosto de 2013

23 de agosto: Éxodo jujeño

Por Ley 25.664 sancionada el 9 de octubre de 2002 y promulgada el 28 de octubre de 2002 se declaró a la provincia de Jujuy Capital Honorífica de la Nación Argentina el 23 de agosto de cada año, en conmemoración a la gesta del “Éxodo Jujeño”.  photo EacuteXODO_zpsc7fd2aad.png

  El éxodo del pueblo jujeño del 23 de agosto de 1812: la tropa y la gente se trasladaron juntos hasta la ciudad de Tucumán.
“Belgrano poseía un juicio recto, una honradez a toda prueba, un patriotismo puro y desinteresado, el más exquisito amor al orden, un entusiasmo decidido por la disciplina y un valor moral que jamás se ha desmentido” General José María Paz Así lo definieron intelectuales y jefes militares a lo largo de la historia argentina, conmemorando el aniversario de la orden impartida por Manuel Belgrano para que los jujeños abandonaran la ciudad sin dejar nada que pudieran aprovechar los realistas que venían avanzando triunfante desde el Alto Perú.
  Este patriótico episodio se registró el 23 de agosto de 1812. El gobierno de Buenos Aires, al renunciar Pueyrredón a conducir el Ejército del Norte y retornar Juan José Castelli a la ex capital del virreinato, designó a Manuel Belgrano para reorganizar la fuerza y marchar hacia el norte.
  No fue fácil su tarea. Estableció el campamento general en Campo Santo y posteriormente lo trasladó a Jujuy donde reorganizó las tropas; atendió los asuntos políticos y levantó el nivel moral y patriótico de los pobladores.
  El 23 de agosto de 1812, ante el avance del ejército realista, el general Manuel Belgrano inició el Éxodo Jujeño: los habitantes de Jujuy y Salta abandonaron sus hogares arrasando todo a su paso. La órden de Belgrano fue terminante: el pueblo debía destruir todo aquello que no se pudiera transportar, el objetivo era dejar a los realistas tierras arrasadas, sin víveres para la tropa. No debía quedar nada que fuera de provecho para los adversarios, todo fue quemado o transportado. En ese acto sintió Belgrano que se identificaba totalmente con el destino del pueblo que él sacrificaba. 
Por eso, lo hizo depositario y guardián de la "bandera nacional de nuestra libertad civil", puesto que, gracias a ese esfuerzo supremo, fue posible ganar la batalla de Tucumán, primero, y la de Salta, después.
  Una bandera, una escuela y dos escudos quedaron para siempre en Jujuy como el testimonio del agradecimiento de un general que, sabía reconocer los sacrificios de los demás. 
Reconocimiento y admiración a ese gran pueblo jujeño!!!

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