jueves, 31 de octubre de 2013

1 DE NOVIEMBRE Día de todos los Santos

Para los católicos, el objeto de esta fiesta es el de honrar a los santos del cielo, los que han sido canonizados y aquellos que no. Sus orígenes se remontan a la práctica de los antiguos cristianos de celebrar misa en las catacumbas, junto a los restos mortales de los mártires inmolados, en especial en tiempos de Diocleciano. El Día de Todos los Santos forma parte de la tradición católica, instituida en honor de todos los santos, canonizados o no. Se celebra el 1 de noviembre, aunque para la Iglesia ortodoxa se conmemora el primer domingo después de Pentecostés.  photo frameDIADETODOSLOSSANTOS_zps52fc351d.png

  La fiesta tiene sus orígenes en las catacumbas, en donde los antiguos cristianos acostumbraban celebrar misa junto a los restos mortales de aquellos numerosísimos mártires que, principalmente en tiempos de Diocleciano, fueron inmolados.
  La fecha se vinculó luego a la consagración de una capilla en la Basílica de San Pedro en honor a todos los santos, llevada a cabo por el Papa Gregorio III (731-741), quien fijó como fecha de su recordación el 1 de noviembre. Posteriormente, a mediados del siglo IX, Gregorio IV extendió esa celebración a toda la Iglesia.
  Los santos (< latín sanctus, -i; griego αγίος (hagios), hebreo qâdosh ['elegido por Dios']) son hombres o mujeres distinguidos en las diversas tradiciones religiosas por sus atribuidas relaciones especiales con las divinidades o por una particular elevación ética; este segundo sentido se preserva en tradiciones espirituales no necesariamente teístas.
La influencia de un santo supera el ámbito de su religión cuando la aceptación de su moralidad adquiere componentes universales: por ejemplo, es el caso de Teresa de Calcuta o de Gandhi, y, en general, al menos hasta cierto punto, de todos los fundadores de las grandes religiones.
El decálogo del Día de Todos los Santos (1 Noviembre) Diez ideas breves, sencillas y claves sobre el sentido y necesidad de la solemnidad de Todos los Santos (1 de noviembre) El 1 de noviembre es la solemnidad litúrgica de Todos los Santos, que prevalece sobre el domingo. Se trata de un popular y bien sentida fiesta cristiana, que al evocar a quienes nos han precedido en el camino de la fe y de la vida, gozan ya de la eterna bienaventuranza, son ya -por así decirlo- ciudadanos de pleno derecho del cielo, la patria común de toda la humanidad de todos los tiempos. 1.- El día de Todos los Santos cuenta un milenio de popular y sentida historia y tradición en la vida de la Iglesia. Fueron los monjes benedictinos de Cluny quienes expandieron esta festividad, 2.- En este día celebramos a todos aquellos cristianos que ya gozan de la visión de Dios, que ya están en el cielo, hayan sido o no declarados santos o beatos por la Iglesia. De ahí, su nombre: el día de Todos los Santos. 3.- Santo es aquel cristiano que, concluida su existencia terrena, está ya en la presencia de Dios, ha recibido –con palabras de San Pablo- “la corona de la gloria que no se marchita”. 4.- El santo, los santos son siempre reflejos de la gloria y de la santidad de Dios. Son modelos para la vida de los cristianos e intercesores de modo que a los santos se pide su ayuda y su intercesión. Son así dignos y merecedores de culto de veneración. 5.- El día de Todos los Santos incluye en su celebración y contenido a los santos populares y conocidos, extraordinarios cristianos a quienes la Iglesia dedica en especial un día al año. 6.- Pero el día de Todos los Santos es, sobre todo, el día de los santos anónimos, tantos de ellos miembros de nuestras familias, lugares y comunidades. 7.- El día de Todos los Santos es igualmente una oportunidad para recordar la llamada universal a la santidad presente en todos los cristianos desde el bautismo. Es ocasión para hacer realidad en nosotros la llamada del Señor a que seamos perfectos- santos- como Dios, nuestro Padre celestial, es perfecto, es santo. Se trata de una llamada apremiante a que vivamos todos nuestra vocación a la santidad según nuestros propios estados de vida, de consagración y de servicio. En este tema insistió mucho el Concilio Vaticano II. El capítulo V de su Constitución dogmática “Lumen Gentium” lleva por título “Universal vocación a la santidad en la Iglesia”. Y es que la santidad no es patrimonio de algunos pocos privilegiados. Es el destino de todos, como fue, como lo ha sido para esa multitud de santos anónimos a quienes hoy celebramos. todos los santos 2 300x176 Lo que son los Días de los Santos (1 noviembre) y de los Difuntos (2 noviembre) en sendos decálogos 8.- La santidad cristiana consiste en vivir y cumplir los mandamientos. “El santo no es un ángel, es hombre en carne y hueso que sabe levantarse y volver a caminar. El santo no se olvida del llanto de su hermano, ni piensa que es más bueno subiéndose a un altar. Santo es el que vive su fe con alegría y lucha cada día pues vive para amar”. (Canción de Cesáreo Gabaraín). ”El santo es aquel que está tan fascinado por la belleza de Dios y por su perfecta verdad que éstas lo irán progresivamente transformando. Por esta belleza y verdad está dispuesto a renunciar a todo, también a sí mismo. Le es suficiente el amor de Dios, que experimenta y transmite en el servicio humilde y desinteresado del prójimo”. (Benedicto XVI) 9.- La santidad se gana, se logra, se consigue, con la ayuda de la gracia, en tierra, en el quehacer y el compromiso de cada día, en el amor, en el servicio y en el perdón cotidianos. “El afán de cada día labra y vislumbra el rostro de la eternidad”, escribió certera y hermosamente Karl Rhaner. El cielo, sí, no puede esperar. Pero el cielo –la santidad- solo se gana en la tierra. 10.- Por fin, el día de Todos los Santos nos habla de que la vida humana no termina con la muerte sino que abre a la luminosa vida de eternidad con Dios. El día de Todos los Santos es la catequesis y celebración de los misterios de nuestra fe relativos al final de la vida, los llamados “novísimos”: muerte, juicio, eternidad. Jesús de las Heras Muela (Director de ECCLESIA y de ECCLESIA DIGITAL

Todos estamos llamados a la santidad, dependerá de cada uno seguir el camino adecuado para lograrlo


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