No solo personas, sino días también.
Las cosas vienen y van.
Deja que el silencio se deslice dulcemente,
que sea la única respuesta que importa
cuando las palabras ya no son suficientes.
Aprende a escuchar...
las pequeñas voces de la vida, los misteriosos pasos de los sueños, el ritmo del mundo bajo los pies.
Hay una música sutil sonando para los que puedan parar, una canción sin notas que te habla de ti mismo si tan solo aprendes a escuchar.
Aprende a no saber...
Hay verdades demasiado grandes para ser dichas a la ligera.

Aprende como la lluvia sabe en una mejilla sonrojada, o una sonrisa que nace sin razón y ella llena todo con encanto.
Que el misterio permanezca como una luz de fuego en el corazón.
Un pequeño secreto entre tú y el mundo.
Aprende a no juzgar...
que cada alma tiene su propio paso, su manera de tropezar y levantarse, cada uno lleva el peso de sus horas.
Todos se salvan a sí mismos de la manera que pueden.
Sé amable con lo que no entiendes que todos estamos aquí para aprender a quedarnos; porque después de todo, el cielo es igual para todos.
Aprende a observar...
¡No solo mires!
Atrapa la sombra detrás de cada luz.
La historia detrás de cada mirada.
Y así descubres que la belleza se puede ocultar justo ahí, donde no pensaste encontrar nada, donde todo parece estar tranquilo pero tiene un pedazo de verdad.
Aprende a parar...
eso no siempre es una carrera, a veces es solo un momento de tranquilidad un momento que te llena de paz.
No mucho tal vez; pero es todo lo que tenemos...
Esta tierra bajo los pies, este mar dentro de los ojos, ésta frágil belleza que se nos escapa. Y aún así, cada vez, nos llena de vida.
Créeme, esto es todo lo que queda...
lo que realmente vale la pena, porque la vida después de todo, es sólo un instante en el basto universo.

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