miércoles, 26 de diciembre de 2018

Un cuento para leerle a los niños

ÁNGEL EN NAVIDAD
Había una vez un ángel que vivía en un castillo todo de nubes, en compañía de otros  angelitos.

Y mientras Dios no los llamara para ningún mandado, los ángeles jugaban a la escondida por el cielo o remendaban nubes rotas.

Una tardecita de verano el ángel estaba pintando una nube con acuarela, cuando de pronto oyó la gran voz de Dios:

-Angel. . .hijito mio. . .¿me oyes?.

EI corazón del ángel se alborotó de alegría. No era para menos.

-¡Dios! grito el ángel... ¡Dios me llama!

Y dicho esto se largó por un tobogán celeste hasta llegar a su castillo.

Entonces se estiró la ropa, peinó sus alas y se lavó la cara. Después voló feliz hasta la gran Casa del Padre.

Dios miró al ángel con mucho cariño, y el angelito se llenó de luz.

-Ven para aca, te estoy necesitando para un mandado

-¡Siempre listo, mi Señor. . .! dijo el ángel

Dios señaló a la Tierra...

-¿Ves aquella ciudad?

Cuando Dios señaló el lugar, las nubes se corrieron obedientes. Entonces pudieron ver claramente aquella ciudad. Era bastante gris. Estaba llena de casas, una encima de la otra. La gente andaba apurada, y mientras miraban el reloj pulsera de reojo, entraban y salían de un lugar a otro. Las calles estaban llenas de autos y colectivos.

- Ya veo, mi Señor... -comento el ángel-. ¿Hay que plantar algún rosal?

Dios hizo que no con la cabeza.

- Hay que ir a visitar un matrimonio que tiene. . .

- ¡Ya sé. . .! Tienen un hijo, y yo voy a ser su ángel guardián. . . ¿verdad?

Pero Dios agregó:

- Es un matrimonio sin hijos. Cuidan un perro pekinés.

Gorosito abrió los ojos así de grandes!. Su corazón se estremeció. Acaso lo mandarían a cuidar un perro pekinés?

Entonces Dios vio el susto del ángel, y sonrió. En seguida le dijo en secreto:

- Bsss... bsss... bsss...

Y a medida que Dios explicaba su plan misterioso, la cara del ángel se iba iluminando como una naranja. Es que el plan de Dios siempre es un misterio. Muy pocos pueden descubrirlo.

Se entusiasmo tanto, que ahí nomás le dio a su Dios un ruidoso beso. Después partió.

Al llegar al lugar señalado por Dios, espió por la ventana.

Entonces vio: Un perrito descansaba muy triste sobre un almohadón de seda. A su lado tenía dos chiches, un terrón de azúcar y un plato con leche. Un señor rogaba al animalito:

- Vamos, hijito. . . toma un poco de leche. . . mira que está tibia. . . ya viene mamita con el churrasco... no te hagas rogar...

Pero el perro miraba para otro lado, haciéndose el orgulloso.

Por una hendija de la ventana salió olor a churrasco. Entonces Gorosito tomó la punta del humo con olor a churrasco, y fue llevándola. . . llevándola. . . Allá abajo, en la vereda, había un chico.

No tenia mamá ni papá. Estaba solito en el mundo. Andaba por esas calles a la buena de Dios. Un día pedía limosna. . . otro día lustraba zapatos . . . y casi siempre tenía hambre.

Pero justo en ese momento ¡oh, misterio del amor! el chico sintio un aroma muy rico. Era un olorcito a churrasco que le hizo recordar que tenia mucha hambre. Fue. . . como si alguien invisible lo estuviera tomando de la nariz, y lo levantara por el aire. . y lo pusiera en camino. . . y lo hiciera tocar un timbre. . .

- ¿Quién sos? dijo el señor.

- Hola. Buen dia. . . dijo el chico sonriendo. Tengo un poco de hambre. . . Entonces el señor miro hacia adentro, y vio al perrito. Y miro hacia afuera y vio al chico que sonreia. Y se le apreto un poquito el corazon.

- Veni, hijo. Pasa. . . dijo el señor. Cuando el chico entro, el perrito se levanto y se puso a hacerle fiestas. Claro.

Lo que pasaba es que el perro pekinés estaba harto de que lo confundieran con un ser humano.

El quería su lugar de perro en el mundo. Al oír los ladridos juguetones, se asomo la señora desde la cocina y vio : Un perrito, un niño y un papa.

Desde aquel día un chico tuvo un hogar, una mamá y un papá, y un perrito para jugar. . . y hasta un ángel guardián.

Y en el rostro de Dios Padre floreció una sonrisa.
D/A

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