Nuestra presencia,
un murmullo tranquilo,
que calma el alma y renueva el mundo.
Nuestros actos, gotas de agua fina,
que caen en la tierra
y la hacen florecer.
Nuestra esencia, un perfume tenue,
que perfuma el aire y lo hace vibrar.
Como la lluvia, somos efímeros,
pero nuestro legado permanece.
En el corazón de quienes nos rodean,
nuestra huella queda,
como una semilla que crece.
Somos tan sutiles
como lluvias de verano,
pero la belleza de nuestra alma
es inmensamente
profunda y verdadera.
Y aunque nos vayamos,
nuestra memoria
quedará como una brisa
que acaricia la tierra..."
Escritos de una Loba.
Desconozco autora.
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