lunes, 27 de agosto de 2012

Citas de Voltaire

Cuando el fanatismo ha gangrenado el cerebro, la enfermedad es casi incurable.  
No estoy de acuerdo con lo que dices pero defendería hasta la muerte tu derecho a decirlo.
Si no existiera Dios habría que inventarlo.  
Quienes creen que el dinero lo hace todo terminan haciendo todo por dinero.  
El verdadero valor consiste en saber sufrir.  
La felicidad nos espera en algún sitio a condición de que no vayamos a buscarla.  
El fanatismo es un monstruo que osa decirse hijo de la religión.
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 El que después de vencer se venga es indigno de la victoria.  
El sentido común no es nada común.  
Decimos una tontería y a fuerza de repetirla acabamos creyéndola.  
El secreto de no hacerse fastidioso consiste en saber cuando detenerse.
Es imposible traducir la poesía. ¿Acaso se puede traducir la música?  
Algunos están destinados a razonar erróneamente, otros a no razonar en absoluto, y otros a perseguir a los que razonan.  
Cuando se trata de dinero todos son de la misma religión.  
La más feliz de todas las vidas es una soledad atareada.  
La tristeza es una enfermedad en la que cada paciente debe tratarse a sí mismo.  
No ser bueno más que para sí es no ser bueno para nada  
Los prejuicios son la razón de los tontos.  
El exceso de placer no es placer.  
Una palabra mal colocada estropea el más bello pensamiento.
 El arte de la medicina consiste en mantener al paciente en buen estado de ánimo mientras la Naturaleza le va curando.  

Voltaire (de nombre real François-Marie Arouet) nació en París (Francia), el 21 de noviembre de 1694 (otras fuentes citan Chatenay, el 20 de febrero de 1694). Era el quinto hijo del matrimonio formado por Marie-Marguerite Daumart, quien fallecería cuando su hijo solamente tenía siete años, y el notario François Arouet. En 1704, François ingresó en el colegio jesuita de Louis-Le Grand, en donde permanecería hasta 1711. En 1755 estableció su residencia en Suiza, residiendo desde 1758 junto a su sobrina Madame Denis en la población de Ferney. En Ginebra conoce a Jean-Jacques Rousseau, con quien vivirá enemistado hasta su muerte. Uno de sus mejores títulos, “Cándido” (1759), caracteriza su capacidad literaria para la sátira, ingeniosamente desarrollada con un lenguaje claro, perspicaz y fluido. Con posterioridad aparecería “Tratado de la tolerancia” (19763) y “Diccionario filosófico” (1764), dos obras que ponían de manifiesto algunas de las claves de su pensamiento, siempre pivotando en la libertad de pensamiento, la crítica social y el respeto ideológico, cimiento esencial de la Ilustración y clave fundamental para la posterior Revolución Francesa. En cuanto a sus creencias religiosas, Voltaire era anticlerical pero creyente, ubicándose en el deísmo. Voltaire fallecería en París el 30 de mayo de 1778. Tenía 84 años.

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