Hay que cuidarse del que no canta, porque algo esconde.
Eso lo aprendí de mi madre que fue la primera buena noticia que conocí.
Se llamaba Sara y nunca pudo ser inteligente porque cada vez que estaba por aprender algo, llegaba la felicidad y la distraía,
nunca usó agenda porque sólo hacía lo que amaba, y eso se lo recordaba el corazón.
Se dedicó a vivir y no le quedaba tiempo para hacer otra cosa.
De mi madre también aprendí que nunca es tarde, que siempre se puede empezar de nuevo,
ahora mismo, le puedes decir basta a la mujer (ó al hombre) que ya no amas, al trabajo que odias, a las cosas que te encadenan, a la tarjeta de crédito,
a los noticieros que te envenenan desde la mañana, a los que quieren dirigir tu vida,
ahora mismo le puedes decir basta al miedo que heredaste,
porque la vida es aquí y ahora mismo.
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