miércoles, 21 de mayo de 2014

22 de Mayo de 1810

De los 450 invitados, concurrieron sólo 251, quienes iniciaron la sesión a las 9 de la mañana. 
El debate comenzó con la proclama del escribano del Cabildo, Justo Nuñez, quien aconsejó evitar toda innovación y acatar la autoridad del Virrey. 
En su discurso, Nuñez también se refirió al peligro que representaba la ambición portuguesa, al señalar "No olvidéis que tenéis a la vista un vecino que acecha vuestra libertad, y que no perderá ninguna ocasión en medio del menor desorden. Tened por cierto que no podréis por ahora subsistir sin la unión de las Provincias interiores..."

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  Siguió en el uso de la palabra el obispo de Buenos Aires, Benito de Lué y Riega, quien sostuvo que aún en caso de una pérdida total de la Península, los españoles debían continuar gobernando en América y los criollos sólo podrían llegar a ejercer el poder cuando no quedara ningún español en estas tierras. 
A continuación habló el doctor Juan José Castelli quien fundamentó los derechos del pueblo de Buenos Aires para ejercer su soberanía y formar un nuevo gobierno en el cautiverio de Fernando VII y la disolución de la Junta Central de Sevilla. Ruiz Huidobro, en nombre de algunos grupos militares, sostuvo que Cisneros debía cesar en el mando por haber caducado la autoridad que lo nombró. 
El Cabildo debía reasumir el poder para entregarlo luego a otra persona. El fiscal Manuel Genaro Villota afirmó que las resoluciones de los vecinos porteños carecían de validez porque no representaban a todo el virreinato.
El presbítero Nepomuceno Solá se mostró partidario de entregar el poder al Cabildo hasta que se reuniera una Junta integrada por diputados de todo el virreinato. Juan José Paso, abogado criollo, sostuvo la necesidad de establecer en Buenos Aires una Junta Gubernativa lo antes posible. A continuación se decidió votar una propuesta concreta. 
Entre todas se destacó la proposición de Cornelio Saavedra por la cesación del Virrey y la delegación interina del mando en el Cabildo hasta la formación de una Junta que lo ejerciera en base a la participación popular. Según sus palabras "No queda duda de que el pueblo es el que confiere la autoridad o mando..." Adhirieron a su opinión Castelli, Belgrano, Paso, Moreno y Rivadavia entre otros. El escrutinio se postergó para el día siguiente.
  El Cabildo abierto, después de largas discusiones, resuelve que el virrey cese en el mando.  photo separador_zpsf4d59fdf.png

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