jueves, 7 de septiembre de 2017

JUAN SALVADOR GAVIOTA



Nos habla de una gaviota que se atrevió a soñar. Le interesaba ser
ella misma, vivir intensamente, potenciar todos sus talentos y
posibilidades.

No aceptaba la vida monótona y siempre igual de la bandada que sólo
se atrevía a vuelos rastreros, sin alma, detrás de los desperdicios que
arrojaban los barcos.


Ella sentía en su alma el llamado de las alturas, la vocación de
libertad.
Por atreverse a proponer una vida distinta, la aislaron, la dejaron
sola, la tacharon de loca, la desterraron.
Juan Salvador, la pequeña gaviota, aceptó la soledad del aprender de
nuevo, la soledad de la búsqueda atrevida de mares nuevos, nuevos
cielos, nuevos
horizontes.

En lo profundo de su corazón adolorido, sentía que sus alas habían
nacido para abrirse a la inmensidad de lo desconocido.

Y se arriesgó. Tras muchos ensayos fallidos, un día se encontró
surcando los altos cielos, azules, maravillosos, inmensos, con un halo de
eternidad. Y ese día entendió por qué y para qué había nacido gaviota.

Palpó el vértigo de lo profundo, vivió la originalidad, la
iniciativa, la creatividad. Experimentó las honduras de la perfección: llegar
hasta el final de lo emprendido, llegar hasta la raíz, el manantial de su
propio ser. Ya no se trataba tanto de buscar la libertad, como de ser
libre.

Y se
entregó apasionadamente
a ser ella misma,sin ataduras ni temores. Pero Juan Salvador Gaviota
seguía amando a los suyos a pesar de que lo habían desterrado.

Y decidió volver a la bandada para enseñarles que la vida podía ser
algo mucho más interesante que comer y disputarse los desperdicios de
los barcos.

Estaba seguro de que su empresa no iba a ser nada fácil, que de nuevo
lo aislarían, lo ofenderían, pues no estaban dispuestos a cambiar ni a
escuchar tranquilamente que alguien les hablara de la necesidad de
cambio. No importaba que no lo comprendieran:
con que una sola gaviota se atreviera a soñar y emprender un nuevo
vuelo, se justificaba su aventura.

En el fondo de su corazón, Juan
Salvador Gaviota adivinaba que era
imposible vivir intensamente
su libertad sin intentar liberar a otros, que la plenitud implicaba el
servicio.

Volvió sin prédicas ni alardes.
Sólo trataba de ser una auténtica gaviota nacida para volar. Poco a
poco, algunas gaviotas jóvenes se fueron acercando a presenciar su vuelo
vigoroso. Y le pidieron que les enseñara a volar.
No les importaba que la bandada los despreciara y expulsara. Querían
volar, experimentar otra vida,
atreverse a ser libres.

Y se atrevieron A vivir y a volar. A ser ellas
mismas...

Richard Bach

No hay comentarios:

Publicar un comentario