lunes, 22 de octubre de 2018

Bienaventurados sean



Bienaventurados sean
los que comprenden mis pasos vacilantes
y mis manos temblorosas.
Bienaventurados los que saben
que mis oídos van a tener hoy
dificultades para oír.



Bienaventurados los que aceptan
mi vista cansada y mi espíritu ralentizado.
Bienaventurados los que apartan benévolos sus ojos
cuando se me cae el café del desayuno.
Bienaventurados los que, sonriendo,
se paran a charlar conmigo un momento.
Bienaventurados los que nunca me dicen:
"es ya la segunda vez
que me cuentas hoy esa historia".
Bienaventurados los que tienen tino
para hacerme evocar mis días felices de otros tiempos.
Bienaventurados los que hacen de mí un ser amado,
respetado y no abandonado.
Bienaventurados los que intuyen
que yo ya no sé
cómo encontrar fuerzas para llevar mi cruz.
Bienaventurados los que suavizan con su amor los días
que me quedan
en este último viaje hacia la casa del Padre.
Bienaventurados mis hijos.
Desconozco Autor.



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