martes, 1 de julio de 2025

La primera piedra

Cuando aquel hombre de mirada penetrante, de tez pálida y de voz fatigada pronunció esas palabras, ella tuvo ganas de arrojarse a sus pies heridos por los guijarros del camino, de besarlos con pasión, con humildad, con todos esos sentimientos confusos que habían empezado a agitarse en ella y seguirlo luego por los senderos polvorientos, bajo el ardiente sol de Israel. 
Pero el hombre no hizo ningún ademán para atraerla: la mano que se había levantado en su defensa no se extendió en busca de un acercamiento. 
Además la frase era categórica: él quería que ella fuera pura y aceptara la soledad. 
Sólo en la soledad se forja la pureza. Ella alzó los ojos e interrogó en silencio al profeta venido de Nazareth que acababa de salvarle la vida. 


El parecía contemplarla, pero ella no tardó en comprender que ni siquiera la veía, que miraba a través de su cuerpo hacia lo lejos, lo invisible. 
Todo en él impedía las exaltaciones, hasta la gratitud. No daba ni pedía ternura: sólo bondad. 
No, algo más fuerte: justicia. La mujer adúltera bajó entonces nuevamente la vista y ordenó a sus piernas que no la traicionaran, que la condujeran lejos de sus verdugos frustrados y de su salvador que ya parecía llamado por otra misión más alta que la de consolar a una mujer débil, esclava de la carne. 
Cuando salió del templo y atravesó el patio populoso, algunos insultos rechinaron en sus oídos, algunas risitas tímidas se desgranaron, pero lo cierto es que la gente ya domada se hizo a un lado para dejarla pasar. Algunas piedras recogidas para su lapidación rodaron a sus pies con un ruido sordo. 
Manos ya indiferentes las dejaban caer; todos preferían desentenderse de ella y de ese defensor de los humildes con el cual era mejor no tener líos....Silvina Bullrich

Silvina Bullrich (Buenos Aires, 4 de octubre de 1915 - Ginebra, 2 de julio de 1990) fue una escritora, traductora, periodista y guionista de cine argentina.

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