Un león encontró a un grupo de gatos conversando.
‘Voy a devorarlos’, pensó.
Pero comenzó a sentir una extraña calma.
Y decidió sentarse con ellos para escuchar lo que decían.
-Mi buen Dios -dijo uno de los gatos, sin notar la presencia del león-.
Hemos rezado toda la tarde, pidiendo que lloviesen ratones del cielo!
-Y hasta ahora no ha pasado nada! -dijo otro-.
Será que Dios no existe?
El cielo permaneció mudo.
Y los gatos perdieron la fe.
El león se levantó y siguió su camino, pensando
‘Hay que ver como son las cosas:
yo iba a matar a esos animales, pero Dios me lo impidió.
Aun así, ellos dejaron de creer en las gracias divinas:
estaban tan preocupados con lo que les faltaba
que ni se dieron cuenta de la protección que recibieron.’
de Paulo Coelho
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