Hoy me olvidaré del día de ayer, con todas sus pruebas y tribulaciones, con todos sus agravios y sus frustraciones. El pasado ya es un sueño del cual no puedo recuperar ni una sola palabra, ni borrar ningún acto imprudente.
Sin embargo, tomaré la decisión de que si el día de ayer lastimé a alguien a través de mi imprudencia o mi irreflexión, no dejaré que el día de hoy el sol se ponga sin rectificar, y nada de lo que haga en este día tendrá mayor importancia.
No me preocuparé por el futuro. Mi éxito y mi felicidad no dependen de que me esfuerce en adivinar lo que acecha débilmente en el horizonte, sino en hacer, el día de hoy, lo que claramente tengo al alcance de la mano.
Atesoraré este día, puesto que es todo lo que tengo. Sé bien que sus horas que se deslizan apresuradamente no pueden acumularse ni almacenarse, como un valioso grano, para su uso futuro.
Viviré como lo hacen todos los buenos actores cuando están en escena: sólo el momento. No puedo desempeñarme al máximo este día lamentando los errores de mis actos previos, ni preocupándome por la próxima escena.
Trabajaré duro este día: cuanto mejor haga mi trabajo, menos tiempo tendré para preocuparme por tonterías, más apetitosos serán mis alimentos, más dulce mi sueño y más satisfecho me sentiré con mi lugar en el mundo.
El día de hoy me libertaré de la esclavitud del reloj y del calendario. Aun cuando planearé este día con objeto de cuidar de mis pasos y de mis energías, empezaré a medir mi vida en hechos, no en años; en pensamientos, no en estaciones; en sentimientos, no en los números sobre un cuadrante.
Estaré consciente de lo poco que se necesita para hacer de este un día feliz. Jamás buscaré la felicidad, porque la felicidad no es una meta, es sólo un producto secundario, y no hay felicidad en tener o recibir, solo en dar.
No huiré de ningún peligro con el cual pueda tropezar el día de hoy, porque estoy seguro de que no me sucederá nada que no pueda superar con esfuerzo. Así como toda gema se pule por medio de la fricción, estoy seguro de que yo seré más valioso a través de las adversidades de este día y, si se me cierra una puerta, se me abrirá otra.
No desperdiciaré ni siquiera un preciado segundo del día de hoy con sentimientos de cólera, de odio, de celos o de egoísmo. Sé que las semillas que siembro son las que cosecharé, porque cada acción, buena o mala, siempre va seguida de una reacción igual. El día de hoy solo sembraré las buenas semillas.
Trataré el día de hoy como si fuese un inapreciable violín. Una persona puede sacarle notas armoniosas, y otra notas discordantes, por lo que nadie puede culpar al instrumento. La vida es la misma: si la toco correctamente, producirá belleza, pero si la toco con ignorancia, producirá fealdad.
Trabajaré con el conocimiento de que nunca se ha logrado nada grande sin entusiasmo. Para hacer cualquier cosa digna de hacerse, no debo retroceder tembloroso, pensando en el frio y en el peligro, sino saltar al frente con entusiasmo y salir adelante tan bien como me sea posible.
Me enfrentaré al mundo con las metas que me he fijado para el día de hoy, pero serán metas fáciles de alcanzar, no esa variedad tan vaga e imposible que declaran todos aquellos que han hecho una carrera del fracaso.
Jamás ocultaré mis talentos. Si guardo silencio, seré olvidado; si no avanzo, retrocederé. Si el día de hoy me aparto de mi desafío, mi propia estimación quedará lastimada para siempre y, si dejo de crecer, aun cuando sea un poco, me empequeñeceré. Rechazo la posición estacionaria porque siempre es el principio del fin.
Conservaré una sonrisa en mi rostro y en mi corazón, incluso si algo me duele el día de hoy. Sé que el mundo es un espejo y que me devuelve el reflejo de mi propia alma. Ahora ya he comprendido el secreto de corregir la actitud de los demás, y es corregir mi propia actitud.
El día de hoy me alejaré de cualquier tentación que pudiese obligarme a faltar a mi palabra o a perder el respeto hacia mí mismo. Estoy seguro de que lo único que poseo más valioso que mi vida es mi honor.
Haré una pausa siempre que el día de hoy sienta lástima de mi mismo, y recordaré que es el único día que tengo y que debo aprovecharlo al máximo.
Tal vez no logre reconocer lo que mi parte pueda significar en el gran todo, pero estoy aquí para jugarla, y ahora es el momento de hacerlo.
Recordaré que todos aquellos que tienen menos cosas de que arrepentirse, son aquellos que aceptan cada momento tal y como se presenta y por todo lo que vale.
Contaré este día como una vida separada. ¡Éste es mi día!: éstas son mis semillas.
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