El día del periodista deportivo se festeja el 7
de noviembre junto al del canillita o distribuidor de diarios.

Con la actividad deportiva a pleno después de casi un año de restricciones
debido a la pandemia, volvieron los relatos de los partidos de fútbol o de las
carreras de Fórmula 1; las transmisiones de los torneos de tenis y los casi
siempre punzantes comentarios de todo lo que ocurre en estadios de todo tipo.
Y son incontables los
distintos programas de los cables de televisión dedicados a distintos deportes,
que tienden a dar primicias o armar polémicas sobre un resultado, una venta de
un jugador o una jugada extraordinaria.
Como el fútbol es el
deporte más popular del país, los relatores y comentaristas de radio o
televisión siempre fueron un símbolo de la profesión. Sin embargo, en prensa
escrita o digital hay muchos más profesionales que permiten vivir la pasión del
deporte. La idea de aglutinar a los periodistas deportivos, a nivel
internacional, surgió poco antes de los Juegos Olímpicos de París, en 1924.
Entonces, el jefe de prensa de los Juegos, Frantz Reichel y el belga Victor
Boin propusieron crear la L`Association Internationale de la Presse Sportive
(actual International Sports Press Association, AIPS).
La idea prosperó el 2 de julio, con la
presencia de representantes de 29 países. La fecha luego se convertiría en el Día
Internacional del Periodista Deportivo. De ahí la
confusión con la celebración del 7 de noviembre que es una fecha exclusivamente
argentina.
La actividad ya tenía su trayectoria en el país. Al disputarse el primer
partido de fútbol, el 20 de junio de 1867, el diario The Standard publicó la
crónica en dos ediciones (23 y 26 de junio). Posiblemente,
esa haya sido una de las primeras coberturas periodísticas deportivas en la
Argentina.
En 1886 comenzó a
circular la revista La Fuerza, publicada por socios de Gimnasia y Esgrima de
Buenos Aires (GEBA), donde se incluían noticias sobre tiro, natación y esgrima.
En 1919, Editorial Atlántida publicó la revista que, con los años, se
convertiría en la “biblia del deporte”: El Gráfico.
En cuanto a las
transmisiones radiofónicas, cabe destacar la realizada el 14 de septiembre de
1923, cuando por Radio Cultura, los argentinos pudieron seguir las alternativas
de la pelea Dempsey-Firpo.
Un año después, por LOR
Radio Argentina, desde la cancha de Sportivo Barracas, Horacio Martínez Seeber
y Atilio Casime informaron sobre las alternativas del partido entre las
selecciones de Argentina y Uruguay. Pero ellos no oficiaron de relatores, una
práctica que habría comenzado entre 1925 y 1927.
En cuanto a la
televisión, cuyas primeras transmisiones se realizaron en 1951, la primera
transmisión corresponde al partido que jugaron San Lorenzo y River el 18 de
noviembre de ese año, con relatos de Ernesto Veltri y comentarios de Félix
Frascara.
Estos son solo algunos
hitos iniciales del periodismo deportivo en el país que hoy incluye canales
dedicados solamente al deporte, al diario Olé y a numerosos sitios web.
Dos características de
los últimos años es la profesionalización del periodismo deportivo (una carrera
de nivel universitario en varias casas de estudio) y la incorporación cada vez
más destacada de las mujeres en un ámbito que, durante décadas, fue dominio de
los hombres.
El I Congreso Nacional de
Periodistas, realizado en 1938, declaró al 7 de junio como Día del Periodista.
De esta manera, recordaba la fundación del primer periódico del país: La Gazeta
de Buenos-Ayres (1810).
Pero ese mismo año, en Buenos Aires, un grupo de periodistas establecería
una fecha diferente a esta y a la que se celebraba a nivel internacional.
Durante una reunión, realizada el 7 de noviembre (Día del Canillita), los allí
convocados decidieron establecer esa fecha como Día
del Periodista Deportivo.
El 24 de mayo de 1941, en
tanto, nació el Círculo de Periodistas Deportivos (CPD), con sede en la Ciudad
de Buenos Aires. Su principal misión consistía en facilitar la relación entre
los clubes y los profesionales. En 1954, el Círculo comenzó a otorgar los
premios Olimpia a los mejores deportistas del país y en 1960 inició los cursos la
Escuela Superior de Periodismo Deportivo José López Pájaro, la primera en su
tipo de América Latina.
El término canillita
proviene del latín canella, diminutivo de canna que
quiere decir caña. En lunfardo se le dice canilla al hueso largo de las
piernas. Por eso a las piernas flacas se les dice canillitas.
Esta palabra se asocia a
los primeros vendedores callejeros de diarios, porque estos eran niños o
adolescentes que entre fines del Siglo XIX y principios del Siglo XX
acostumbraban a usar pantalones cortos y lucían sus “canillitas”.
Con el correr de los años,
el concepto es aplicado para referirse a los vendedores de diarios de todas las
edades, que pasaron de ser ambulantes a instalarse en puestos fijos callejeros.
Según el diario Tribuna,
“en enero de 1868 tras la fundación del diario La República en la ciudad de
Buenos Aires, a los propietarios, Manuel Bilbao y José Alejandro Bernheim, se
les ocurrió que la venta de cada ejemplar se podía hacer a través de jóvenes
que se pararan en las calles y en esquinas estratégicas de la ciudad, tal como
ocurría en otras ciudades del mundo. El costo de esto para los propietarios del
diario era mucho menor que pagarle al correo y al mismo tiempo acortaba el
tiempo de espera de los lectores”.
“Esa forma de vender ejemplares
por parte de los niños fue la gran novedad porque antes de ese momento los
diarios se comercializaban sólo por correo, por suscripción o comprándolos
directamente en el lugar de la impresión”, sostiene Clarín.
Podría decirse entonces,
que el oficio del canillita surge como una de las tantas formas de explotación
infantil que las empresas, en este caso de diarios, aprovechaban para abaratar
costos. El contexto era de mucha pobreza y desempleo en el país y los niños
colaboraban así con los ingresos de sus familias.
Feliz día a todos ellos.

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