Son muchos los nombres con los que se puede identificar a este elemento, pero fue sólo una la persona que hizo que hoy se conozca como uno de los más útiles inventos en el país.

A lo largo de su vida, Biró patentó otros descubrimientos.
La fecha elegida es en honor al nacimiento de Biró, que fue el 29 de septiembre de 1899 en Budapest, Hungría.
Desde aquel país llegó a suelo argentino 40 años después junto a su hermano y Juan Jorge Meyne.
Allí, los tres aguardaron también el arribo de Elsa Shick, esposa de Ladislao, y Mariana, su hija.
La iniciativa de la conmemoración surgió en el año 1990 desde la “Escuela Argentina de Inventores” (EAI).
A lo largo de su vida se le han atribuido otros inventos como el primer prototipo de lavarropas que hubo en el mundo, pues se trató de un artefacto automático para cumplir con esta función que funcionaba a partir de energía generada por una cocina casera.
También es el responsable de la caja automática para automóviles y de la llamada "cerradura inviolable".
El 24 de octubre de 1985 falleció en Buenos Aires a los 86 años de edad.
Inventor por herencia
Según explica Mariana Biró en el sitio web de la Fundación Biró, la cual hoy dirige, al relatar la historia de vida de su padre, fue su abuela, madre de Ladislao, quien le heredó de alguna manera las cualidades para la invención.
Esto es porque cuando el húngaro había nacido llegaba de casualidad a los 2 kilos de peso, por lo que nadie pensó que sobreviviría.
Sin embargo, su madre ideó un dispositivo para que este alcance las propiedades para poder seguir con vida.
"Mi abuela forró una caja de zapatos con algodón, puso al bebé adentro y encendió una lámpara para calentarlo, de esta manera creo que inventó la incubadora", escribe en la página. Sobre él, también dijo que "era un hombre culto que estudiaba con profundidad lo que le interesaba".
La curiosidad siempre fue parte de la vida de Biró, dado que siempre intentaba investigar cosas nuevas e indagar en campos desconocidos, tal como lo hizo con la medicina, el periodismo y hasta el hipnotismo. Sin embargo, nunca dejó de lado sus pasiones como la pintura y la escultura, disciplinas que lo acompañaron hasta sus últimos días.
Fue miembro de la Real Academia de Ciencias Naturales y tenía un gran interés por las hormigas.
La birome y otros inventos
Mientras trabajaba como periodista en una revista de vanguardia de Budapest fue que se le despertó el ingenio para crear la birome, ya que encontró un problema en la continua falta de tinta y fallas de las plumas que se utilizaban para aquel entonces.
Así, quiso idear un dispositivo que consistiera en "una pequeña esfera en un tubo capilar, con una tinta especial que fluyera por la fuerza de gravedad y se secara instantáneamente en el papel".
La lamparita se prendió después de días intentando saber cómo podría crear aquel elemento, cuando se encontraba mirando el movimiento de los rodillos que imprimían la revista. Finalmente, después de muchas trabas e impedimentos, en 1938 logró patentar su invento original en su ciudad natal, pero no fue hasta dos años más tarde que llegó a la Argentina gracias al incentivo de quien había sido presidente del país, Agustín P. Justo, para desarrollar aún más aquel proyecto.

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