En el sueño feliz ya no imponemos guiones a los hermanos.
Dejamos de ser guionistas y de pensar que todas las personas que nos rodean deben desempeñar el papel que les asignemos.
Ya no somos correctores de nada ni de nadie.
Sabemos que todo aquel que está involucrado en una situación está allí para hacer el papel que le corresponde.
No somos árbitros de lo que está bien o mal,
porque sabemos que siempre nos proyectamos y vemos en el otro
lo que nos gusta o nos disgusta de nosotros mismos.
Corbera
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