Entonces, María le dijo: “En voluntad de mi Santísimo Hijo y Mía fundes en el mundo una orden que mi honor deberá llamarse Orden de la Virgen María de la Merced de la Redención de Cautivos”.
El 10 de agosto de ese mismo año, Nolasco cumplió con el pedido de la Madre de Jesucristo.
En el Hospital de Santa Eulalia, con la participación del rey Jaime de Aragón y en presencia del obispo Berenguer de Palou, fundó la Orden de la Merced, que sería confirmada por el papa Gregorio IX, en 1235.
En aquella época, los moros saqueaban los pueblos y se llevaban prisioneros en calidad de esclavos. Teniendo como Superior General al propio Nolasco, los frailes mercedarios hacían un cuarto voto, además de los de pobreza, castidad y penitencia, por el cual se comprometían a liberar esclavos y, de ser necesario, quedar como rehenes para salvar sus vidas.
Hasta la muerte de Nolasco, en 1259, la Orden contaba con un centenar de frailes en 18 conventos ubicados en la Península Ibérica y el sur de Francia.
Luego, los mercedarios difundieron la devoción por el mundo.
Al Río de la Plata, los mercedarios llegaron junto con la expedición de Pedro de Mendoza, en 1536.
Eran los frailes Juan de Salazar y Juan de Almancia, quienes, junto con Juan de Ayolas, navegaron por el Paraná y el Paraguay para fundar Asunción.
Nuestra Señora de la Merced tiene un lugar destacado en la vida argentina.
Invocada por el general Manuel Belgrano antes de sus victorias de Tucumán y Salta, es generala de nuestro ejército.
En 1687, Nuestra Señora de la Merced fue declarada patrona y abogada de San Miguel de Tucumán por el Cabildo de la ciudad.
Pero su devoción cobró gran impulso luego de la batalla de Tucumán, librada el 24 de septiembre de 1812.
La mañana de la batalla, Belgrano rezó ante el altar de la Virgen y luego de su victoria ante los realistas, en el parte de guerra, escribió:
“La patria puede gloriarse de la completa victoria que han tenido sus armas el día 24 del corriente, día de Nuestra Señora de las Mercedes bajo cuya protección nos pusimos”.
Antes de volver a enfrentar a los realistas en Salta, el 20 de febrero de 1813, Belgrano exhortó a sus tropas a poner su confianza en la Virgen.
De nuevo, la victoria fue para los patriotas.
En 1943, el presidente Pedro P. Ramírez la reconoció con el grado de generala del Ejército Argentino.
En 1945, fue designada patrona principal de la Aeronáutica Militar. También es Patrona del Ejército Argentino.
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