La palabra “ángel” proviene del griego antiguo y significa “mensajero”, o “el que lleva un encargo”.
La Sagrada Escritura da cuenta de la existencia de los ángeles y cómo, en momentos cruciales de la historia de la salvación, ellos han aparecido con el propósito de cumplir una misión especial dada por Dios. Son creaturas como nosotros, pero gozan de una condición particular.
No son seres corpóreos, y por lo tanto, no están sometidos a las leyes que regulan la materia, el tiempo y el espacio.
Los ángeles custodios son los espíritus celestiales de los que habla el Salmo 90: "A sus ángeles ha dado órdenes Dios para que te guarden en tus caminos"; y de los que da cuenta el Evangelio cuando, por ejemplo, Jesús dice:
"Cuídense de despreciar a cualquiera de estos pequeños, porque les aseguro que sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre celestial" (Mt 18,10).
San Agustín dice respecto a ellos: "El nombre de ángel indica su oficio, no su naturaleza. Si preguntas por su naturaleza, te diré que es un espíritu; si preguntas por lo que hace, te diré que es un ángel".

Enseña, además, el Catecismo de la Iglesia Católica (CIC, 329):
"Los ángeles son servidores y mensajeros de Dios. Porque contemplan 'constantemente el rostro de mi Padre que está en los cielos' (Mt 18, 10), son 'agentes de sus órdenes, atentos a la voz de su palabra' (Sal 103,20)”.
La Iglesia celebra la fiesta de los Ángeles Custodios desde el siglo XVII. Dicha celebración fue instituida por el Papa Clemente X.
Ángel santo de la guarda, compañero de mi vida, tú que nunca me abandonas, ni de noche ni de día.
Aunque espíritu invisible, se que te hallas a mi lado, escuchas mis oraciones y cuenta todos mis pasos.
En las sombras de la noche, me defiendes del demonio, tendiendo sobre mi pecho tus alas de nácar y oro.
Ángel de Dios, que yo escuche tu mensaje y que lo siga, que vaya siempre contigo hacia Dios, que me lo envía.
Testigo de lo invisible, presencia del cielo amiga, gracias por tu fiel custodia, gracias por tu compañía.
En presencia de los Ángeles, suba al cielo nuestro canto: gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo. Amén.

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