En 1995, declarado Año de las Naciones Unidas por la Tolerancia, la UNESCO proclamó la importancia de educar a niños y niñas y a la población en general en el respeto mutuo y el reconocimiento a los derechos humanos y las libertades fundamentales.
Este organismo promueve los valores de la tolerancia mediante estrategias integradas de lucha contra el racismo, la discriminación y la xenofobia, e impulsa acciones educativas de calidad protegiendo la diversidad cultural. El Documento Final de la Cumbre Mundial 2005 reafirma el compromiso de los gobiernos de fomentar el bienestar, la libertad y el progreso, así como alentar la tolerancia, el respeto, el diálogo y la cooperación entre diferentes culturas, civilizaciones y pueblos.
El desarrollo de la tolerancia y la confianza en las diversas comunidades no se logra de la noche a la mañana; es algo que requiere tiempo y esfuerzos. Establecer la tolerancia supone el acceso a la educación. La intolerancia suele tener sus raíces en la ignorancia y el temor: temor a lo desconocido, al «otro», a otras culturas, religiones y naciones. La intolerancia está también estrechamente ligada a un sentimiento exacerbado de autoestima y orgullo, nociones enseñadas y aprendidas a edad temprana. Por tanto, en los próximos años tenemos que hacer más hincapié en educar a los niños acerca de la tolerancia, los derechos humanos y las libertades fundamentales.
Pero no debemos olvidar que la educación no termina en el aula, y que los adultos -en primer lugar como personas capaces de cometer actos de intolerancia, pero sobre todo en su calidad de padres, legisladores y encargados de la aplicación de la ley- también han de estar entre los principales destinatarios de nuestros esfuerzos educativos.
El Día Internacional de la Tolerancia puede ser una ocasión anual de la educación para la tolerancia así como de reflexión y debates sociales y políticos de mayor alcance sobre los problemas de intolerancia locales y mundiales.
Si bien el problema de la intolerancia es mundial, en cuanto está aumentando en muchas partes del mundo, las manifestaciones de intolerancia generalmente adoptan formas locales o nacionales. Así, para ser eficaces, las normas mundiales contra la intolerancia tienen que combinarse con medidas locales, nacionales e individuales.
Trabajemos para tolerar.
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