Existen muchas leyendas en el imaginario colectivo de la gente, en referencia al origen de la Yerba Mate. Te invitamos a que conozcas una de las tantas historias que conviven en el corazón del monte misionero.
Cuenta la leyenda, que en la espesura del monte vivía una humilde y solitaria viuda, agobiada por la tristeza que le había dejado la partida de su marido.
Pasaba sus días en lo profundo del monte en soledad. Cierto día llamó a la puerta un extraño hombre. La mujer atendió y se sorprendió al verlo. ¿Qué desea?, preguntó. Vengo a ofrecerle una infusión mágica, que sirve para unir a la gente. Basta con poner agua calentar, y logrará colmar de gente su hogar. A la mujer le dio curiosidad y decidió hacer la prueba. Hizo pasar al hombre, y puso una gran pava de agua al fuego.
El hombre sacó de su bolso unas hojas y las coloco dentro de una calabaza hueca, junto con una cañita. Cuando el agua comenzó a hervir, exaltado el hombre exclamó ¡Mujer que no hierva el agua, que de esa forma no podrá suceder la magia! La mujer sonrojada apagó el fuego e inmediatamente pasó la pava al hombre, quien con una sonrisa grande entre sus dientes le dijo – La magia será instantánea no se asuste- y ante la expectativa de la mujer dio una probada de la infusión.
¡Delicioso!, comentó, «Si tuviera algo dulce para acompañar sería perfecto». Repentinamente alguien llamó a la puerta. La mujer que no salía de su asombro, corrió a abrir la puerta. Era una mujer de edad, que con una sonrisa exclamó: -Disculpe señora no suelo andar por estos lares, el paisaje me atrajo por demás y entre la espesura del monte divisé su hogar- ¿Le gustaría compartir estos buñuelos dulces que hice para la merienda? La mujer no podía creer, el entusiasmo y la alegría eran tan grandes que no dudo en hacerla pasar rápidamente. El hombre continuó cebando la infusión y susurro -Tal vez un poco de música ayudaría- agregó el hombre y bebió un poco más.
En la puerta se escuchó un gran barullo, la sorpresa de la mujer fue aún más grande, un grupo de música se encontraba afuera y muy amablemente se dirigieron a ella: – Buen día Señora ¿Sería tan amable de convidarnos un poco de agua y dejarnos descansar aquí? La mujer desbordada de felicidad, no pudo responder. ¡Claro si no es mucha molestia, a cambio podríamos regalarle unas dulces coplas! La mujer exaltada exclamó ¡Adelante! con mucho gusto pasen, pasen. Mientras tanto, el hombre y a la señora de edad compartían la infusión llenos de alegría, se acompañaban de los dulces buñuelos.
La humilde casa desbordaba alegría con la música de un festivo Chamamé. Los habitantes del pueblo, atraídos por la música se acercaban trayendo algo para compartir. Todos reunidos alrededor de una fogata, cantaban mientras compartían aquella infusión que los había reunido. Nadie reparó mientras compartían, que el extraño había desaparecido. Dejando tras de sí la mágica infusión. Una infusión que ahora podrían utilizar cada vez que quisieran compartir y reunirse, como un símbolo de confraternidad.
La mujer corrió hacia la ventana y no vio al hombre, la sorpresa fue aún mayor, en el medio del jardín flameaba un hermoso arbusto de hojas verdes resplandecientes, la mujer lo había entendido. Se había quedado feliz y agradecida por tan milagroso regalo. El visitante, no era otro más que Tupá (el Dios del bien), y la infusión mágica, su regalo, nuestra tradicional Yerba mate. Aquel día nació el ritual del mate, la infusión que nos invita a pensar, compartir, aliviar la soledad y unir corazones.
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