jueves, 26 de abril de 2018

Ni se compra, ni se vende, ni se arrienda

Ni se compra, ni se vende, ni se arrienda ninguna de las habitaciones que posee el corazón; quien logra entrar así sea en una de ellas, ahí se queda y tiene el deber de cuidarla y mantenerla intacta a punta de
puro amor.

Quizás algunos encontrarán telarañas que expresan lo vacío que se encontraba ese rincón; pero al habitarlo lo llenan de luz, renuevan y le dan sentido, lo pintan de otro color.


Habrá quienes intenten poner todo en orden, adórnalo con detalles, reparando lo que estaba quebrado, sanando lo que había herido, ocupando cada vacío, haciendo de ese el mejor rinconcito del corazón.
Pero también están aquellos que ingeniándoselas para entrar, no saben cuidar y valorar ese espacio del alma en el que han de habitar; empañan con mentiras sus paredes, quebrantan las ventanas que se abrían a la esperanza y la ilusión de aprender a amar; guardan en el olvido cada palabra que expresa lo que se siente, saquean los sueños
que se refugian en los espacios más sagrados que en cada ser humano hay.

Ni se compra, ni se vende, ni se arrienda, ni se puede volver a ocupar, ninguna de las habitaciones del corazón que hayan sido habitadas, porque quien entra en ellas se queda para siempre, y si sabe cuidarla enciende sus luces, ayuda a mantener abiertas sus puertas y ventanas; pero si alguno no logra conservarla como se debe, aunque se atreva a abandonarla, es muy difícil que otra persona
intente ocuparla, porque esa pieza queda por siempre sellada y clausurada, dejando vacío y sombrío ese espacio profundo y después si decide regresar y entrar, será casi que imposible, porque una puerta del alma que se cierra es muy difícil que de nuevo se abra.  

Ni se compra, ni se vende, ni se arrienda, ningún lugar del corazón, sólo el que encuentra la llave entra, sin pedir permiso, sin pensarlo, y se apodera de una o más habitaciones de acuerdo al tamaño y la fuerza del amor. Ese es el misterio que oculta este sentimiento
que se instala sin programarlo y es muy difícil después poder borrarlo, es realmente mágico, te hace reír y llorar en un mismo instante casi que sin poder controlarlo.

Ni se compra, ni se vende ni se arrienda, y hay quienes cierran con muchos candados su interior, por temor a que de el se apoderen y no sepan cuidar cada habitación; otros tienen sus piezas ocupadas, están repoblados de amor y amigos del alma; pero también hay los que aún
con sus puertas muy abiertas, sienten que nadie entra y esperan con ansias la persona que habite y llene los rincones vacíos, sacando de una vez por todas la soledad que lo ha invadido y no lo suelta por nada; tal vez con el pasar de los años y cansado de esperar, sienta
que es mejor cerrar y clausurar; pierde la esperanza de que alguien intente su alma conquistar y habitar.

Si quieres entrar en mi vida, piénsalo muy bien y trátame con mucho amor, recuerda que una vez que entres será solamente para ti y para, siempre, ese pedacito sagrado, porque ni se compra ni se vende ni se arrienda ningún rincón del corazón.

Kary Rojas





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