La perfección no se tiene, pero se adquiere.
Nadie puede llamarse perfecto; pero todos
estamos llamados a conseguir la perfección.
A nadie se le puede exigir que alcance la
perfección en un sólo día; pero todos estamos
obligados a trabajar de continuo, a esforzarnos
día a día para alcanzarla.
Nadie llega a ser un eminente matemático en un
sólo día; necesita muchos esfuerzos; nadie se
convierte en un músico famoso en una semana,
son precisos muchos años.
Nadie podrá corregir sus defectos con un sólo
esfuerzo; pero si ese esfuerzo no lo hace y no
lo repite a diario, nunca llegará a ser perfecto.
Es triste tener defectos; pero es mucho más triste
hacer las paces con los defectos, resignarse
a tenerlos.
Los Cinco Minutos de Dios
Alonso Milagro
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