jueves, 22 de septiembre de 2011

Primavera: Equinoccio de septiembre

La estación de las flores comenzará este año con algún retraso: no será el miércoles 21, como cree la mayor parte de la gente, sino el viernes 23, debido a que el equinoccio de septiembre se producirá ese día a las 6.05 hora de la Argentina, dando lugar así a la llegada de la primavera en el hemisferio sur y del otoño en el norte.
La primavera es una de las cuatro estaciones de las zonas templadas, la transición entre el invierno y el verano. El término prima proviene de (primer) y vera de (verdor). Astronómicamente, esta estación comienza con el equinoccio de primavera (entre el 20 y el 21 de marzo en el hemisferio norte, y entre el 22 y el 23 de septiembre en el hemisferio sur), y termina con el solsticio de verano (alrededor del 21 de junio en el hemisferio norte y el 21 de diciembre en el hemisferio sur).
En literatura, en sentido figurado, la primavera, representa la juventud.

En Argentina el «Día de la Primavera» se celebra el 21 de septiembre, misma fecha en la que se celebra el «Día del Estudiante».

Se denomina equinoccio al momento del año en que los días tienen una duración igual a la de las noches en todos los lugares de la Tierra, excepto en los polos. La palabra equinoccio proviene del latín aequinoctĭum y significa «noche igual».

Ocurre dos veces por año: el 20 o 21 de marzo y el 22 o 23 de septiembre de cada año,3 épocas en que los dos polos de la Tierra se encuentran a igual distancia del Sol, cayendo la luz solar por igual en ambos hemisferios.
Equinoccio son asimismo cada una de las fechas en que lo anterior ocurre. En el equinoccio sucede el cambio de estación anual contraria en cada hemisferio de la Tierra. Durante los equinoccios el Sol está situado en el plano del ecuador terrestre, donde alcanza el cenit. El paralelo de declinación del Sol y el ecuador celeste entonces coinciden.
Calendario maya. Es más exacto que el gregoriano, puesto que no necesita de años bisiestos para acomodarse al camino del Sol.
Sus extraordinarios conocimientos astronómicos y matemáticos les permitieron establecer una profunda relación entre las estructuras piramidales y el movimiento de los cuerpos celestes, tal como se lo ve plasmado en uno de los centros de su cultura: el Castillo de Chichén Itza -templo dedicado a su dios, Kukulkán- en Yucatán, México, construcción basada en el punto y el círculo, que permite la observación de la salida del Sol durante el día y la noche más largos del año (solsticios de verano e invierno) y también durante los equinoccios.

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