El creador de la Bandera Argentina, Manuel Belgrano, nació un día como hoy, 3 de junio, pero de 1770 y si bien su lugar de nacimiento fue en Buenos Aires, su ascendencia proviene de Italia. Su padre Don Doménico Belgrano y Peri provenía del país europeo.
Por ello, en honor al natalicio de Manuel Belgrano, el Gobierno argentino promulgó la Ley 24.561 en 1995, que establece que cada 3 de junio se festeje el Día del Inmigrante Italiano.
La inmigración italiana ha repercutido de lleno en nuestro país, sobre todo en nuestra cultura. El lenguaje, las costumbres, las comidas, la música y muchos otros aspectos conllevan la huella italiana.
Por eso, este día es un merecido homenaje para aquellos que vinieron a nuestro país en búsqueda de un futuro promisorio y que han contribuido al crecimiento de Argentina como nación.
Es un día festivo porque quienes somos descendientes de aquellos que tomaron la decisión de dejar su país nos sentimos argentinos, pero orgullosos de nuestros antepasados.
Sabemos que la decisión de emigrar que tuvieron nuestros padres y abuelos fue una decisión mayormente movida por la necesidad. Edmundo De Amicis, en su libro “Sobre el Océano”, un emigrante lo dice claramente: “Mi emigro per magnar” (“Emigro para comer”). Lo cierto, es que Italia sufrió entre fines del S XIX y comienzos del XX la mayor diáspora conocida en ese país. 14 millones de italianos migraron en el nombrado período.
De ellos, casi 3 millones vinieron a Argentina. En ningún lado la migración italiana marcó culturalmente y a fuego a una Nación como en Argentina. El lenguaje, la comida, la música, las costumbres…todo muestra la influencia de la cultura italiana. El aporte que esos inmigrantes hicieron fue parte de esa Argentina que se encontraba entre los primeros países del mundo a principios del siglo XIX.
A pesar de lo duro de la migración y de las injusticias que sabemos se cometieron, un párrafo de una carta de un inmigrante a su familia decía: “Aquí, del más rico al más pobre, todos viven de carne, pan y minestra todos los días, y los días de fiesta todos beben alegremente y hasta el más pobre tiene cincuenta liras en el bolsillo. Nadie se descubre delante de los ricos y se puede hablar con cualquiera. Son muy afables y respetuosos, y tienen mejor corazón que ciertos canallas de Italia. A mi parecer, es bueno emigrar”. (De Girolamo Bonesso, en Colonia Esperanza (1888)”).
Feliz día a todos los que vinieron a esta patria de brazos abiertos a engrandecerla.
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