
El Miércoles de Ceniza es el día que comienza la Cuaresma en la tradición cristiana, es decir, el período de 40 días que precede a la Semana Santa.
Este día, los cristianos reciben una cruz en la frente con las cenizas obtenidas al quemar las palmas usadas en el Domingo de Ramos el año anterior.
Al imponer la ceniza, el sacerdote pronuncia las palabras Memento homo, qui pulvis es et in pulverem reverteris ("Recuerda, hombre, que eres polvo y al polvo volverás").
Se trata de recordarle a los creyentes que la vida es pasajera.
La Iglesia Ortodoxa comienza la cuaresma el lunes previo y no celebra el Miércoles de Ceniza.
El Miércoles de Ceniza es momento de ayuno y abstinencia. De hecho, que justo antes se celebre la festividad conocida como "carnaval" no es ninguna casualidad. El término "carnaval" significa "adiós a la carne", y su origen se remonta a los tiempos en los que, por falta de sistemas de refrigeración adecuados, los cristianos debían acabar, antes de que empezara la Cuaresma, con todos los productos que no se podían consumir durante ese período (no sólo carne, sino también leche, huevos, etc.). Y organizaban grandes banquetes que acabaron convirtiéndose en fiestas más largas.
La grandeza del alma y la miseria del cuerpo son dos verdades irrefutables; por mucho que uno se preocupe por estar bien, solo en las buenas acciones se puede encontrar aquellas riquezas que perduran y que le permiten la verdadera felicidad.
Todo lo demás es pasajero y efímero, todo lo demás es termina por cansarnos.
En ese ritmo acelerado en el que vive el mundo es muy fácil convertirse en polvo; caer, equivocarse, errar, perder la vida y alejarse de lo que es verdaderamente importante y necesario. Hoy las personas nos hemos dedicado a perseguir el éxito y la prosperidad donde quiera que estén, así nos tengamos que tragar el polvo de la tierra, así nos tengamos que arrastrar.
Una de las cosas que siempre me han llamado la atención del miércoles de ceniza es la cantidad de personas que llegan a todas las parroquias para recibir este signo sacramental. Son decenas y centenas de personas que parecen provenir de todas partes y que buscan ser untados de algo que identifican como bueno y cercano al misterio de Dios.
Untarse la ceniza, es un compromiso de querer cambiar, de mejorar de querer atravesar el desierto de los problemas para llegar al lugar del descanso.
No se trata solo de echarse tierra en la cabeza, se trata de untarse esa mezcla de ceniza y de palabras para renovarse por dentro.
Llegarán cristianos a diestra y siniestra intentando recordar aquella condición para la que nacieron el día de su bautismo. Vendrán los que siempre han venido, los que hacía tiempo no venían y los que vienen cada año; Todos son bienvenidos a ese momento simple y glorioso en el que uno levanta la frente para decirle al mundo que hay una cruz que le inquieta y por la cual está dispuesto a devolverse de sus errores.
Recuerda que eres polvo y en polvo te convertirás, esa no es una frase romántica es una sentencia que hasta el más incrédulo tendrá que cumplir, porque si de algo hay certeza, es que todos tarde o temprano tenemos esa cita tan desagradable, lo que sigue es lo que marca la diferencia entre lo que creemos o no creemos.

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