lunes, 3 de septiembre de 2018

4 de setiembre: Día del Inmigrante

Argentina se ha caracterizado siempre, desde sus épocas independentistas, por ser un destino para inmigrantes; en principio, provenientes de Europa, pero actualmente lo es también para inmigrantes de todo el mundo.

El Primer Triunvirato dictó, un 4 de setiembre, un decreto con el que establecía la inmediata protección y recibimiento de toda persona del mundo y su familia que deseara o necesitara establecer domicilio en el Estado argentino, otorgándole los mismos derechos y reconocimientos que cualquier otro ciudadano argentino.

De esta forma, el 4 de setiembre quedó establecido en conmemoración y reconocimiento a todas aquellas personas que inmigraron a la Argentina a principio del sigo XIX y en adelante, ya que la cultura argentina debe gran parte al intercambio cultural que produjo el fenómeno de la inmigración en las distintas épocas de la historia de Argentina.
También en el Prólogo de la Constitución sancionada en 1853 se hace referencia a "todos los habitantes del mundo que quieran habitar el suelo argentino".

"Gobernar es poblar", sostuvo Juan Bautista Alberdi convencido de que debido a la gran extensión de nuestro país se necesitaban numerosos habitantes, que en su mayoría llegarían de Europa. Y entonces por la Ley de Inmigración y Colonización del año 1876 se crea el Departamento de Tierras y Colonias, que fue el encargado de controlar el asentamiento de los colonos y repartir los lotes de terreno.
Predominó la inmigración de italianos y de españoles. Aunque también llegaron suizos, franceses, ingleses, alemanes y judíos de Europa oriental.

Tras casi dos siglos de constante inmigración, en nuestro país conviven en armonía las más diversas colectividades de todo el planeta.

Para recordar con gratitud y respeto a aquellos pioneros que dejaron su tierra para trabajar en la nuestra se instituyó el Día del Inmigrante, por decreto del Poder Ejecutivo Nacional en el año 1949.

La Fiesta Nacional del Inmigrante se celebra todos los años en Oberá, Provincia de Misiones, desde 1980. Esta bella ciudad fue fundada en el año 1928, recibiendo inmigrantes de muchas colectividades: franceses, suecos, noruegos y alemanes primero y luego suizos, españoles, japoneses, polacos, rusos, ucranianos, brasileños y en forma más reciente árabes. Es un crisol de razas que conforma una comunidad de gran riqueza cultural. Cada año, en la Fiesta Nacional del Inmigrante, cada colectividad muestra lo que les pertenece: comidas, ropa, música,entre otras.

La Comisión Episcopal de Pastoral de Migrantes e Itinerantes recordó que el próximo domingo 2 de septiembre se celebra en la Argentina el Día del Migrante y del Refugiado. Tomando como base el mensaje del papa Francisco para esta ocasión, invitó a dar una respuesta común articulada en torno a cuatro verbos: acoger, proteger, promover e integrar.
«Acoger» recuerda la exigencia de ampliar las posibilidades de entrada legal, no expulsar a los desplazados y a los inmigrantes, y equilibrar la preocupación por la seguridad nacional con la protección de los derechos humanos fundamentales. La Escritura nos recuerda: «No olviden la hospitalidad; por ella algunos, sin saberlo, hospedaron a ángeles».

«Proteger» nos recuerda el deber de reconocer y de garantizar la dignidad inviolable de los que huyen de un peligro real en busca de asilo y seguridad, evitando su explotación. En particular, pienso en las mujeres y en los niños expuestos a situaciones de riesgo y de abusos que llegan a convertirlos en esclavos. Dios no hace discriminación: «El Señor guarda a los peregrinos, sustenta al huérfano y a la viuda».

«Promover» tiene que ver con apoyar el desarrollo humano integral de los migrantes y refugiados. Entre los muchos instrumentos que pueden ayudar a esta tarea, deseo subrayar la importancia que tiene el garantizar a los niños y a los jóvenes el acceso a todos los niveles de educación. Animo también a esforzarse en la promoción de la inserción sociolaboral de los emigrantes y refugiados, garantizando a todos la posibilidad de trabajar, cursos formativos lingüísticos y de ciudadanía activa. La Biblia nos enseña que Dios «ama al emigrante, dándole pan y vestido»; por eso nos exhorta: «Amarán al emigrante, porque emigrantes fueron en Egipto».

Por último, «integrar» significa trabajar para que los refugiados y los migrantes participen plenamente en la vida de la sociedad que les acoge, en una dinámica de enriquecimiento mutuo y de colaboración fecunda, promoviendo el desarrollo humano integral de las comunidades locales. Como escribe san Pablo: «Así pues, ya no son extraños ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios».

“Expresamos nuestra cercanía y adhesión a todos y cada uno de los migrantes y refugiados que han venido en busca de un futuro mejor, comprometiéndonos para que puedan encontrar corazones solidarios e integradores, sin egoísmos ni indiferencias, que los reciban como hermanos en el Pueblo de Dios que peregrina en la Argentina”, pidió la comisión episcopal.

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