martes, 4 de septiembre de 2018

5 de setiembre de 1946 nacía Freddie Mercury

Farrokh Bulsara, más conocido por el nombre artístico de Freddie Mercury, nació en Zanzíbar el 5 de septiembre de 1946. En 2018, el año que habría cumplido 72, hace casi 27 que murió a causa del sida, el 24 de noviembre de 1991. Tenía 45 años.

1. Infancia en la India

Hijo de un funcionario del Imperio Británico destinado a Zanzíbar, los padres de Mercury eran parsis originarios de la región del Gujarat, en la India. De hecho, el cantante pasó la mayor parte de su infancia en el subcontinente asiático, estudiando en varios internados británicos. Con el estallido de la revolución en Zanzíbar, en 1964, Mercury y su familia huyeron del archipiélago y se instalaron en una pequeña casa del suburbio londinense de Feltham, cerca del aeropuerto de Heathrow.

2. Arte, diseño y mil y un trabajos

Una vez instalado en Londres, Mercury cursó estudios de arte y diseño. De hecho, más adelante aprovecharía estos conocimientos para diseñar el logo de Queen. Sin embargo, mientras buscaba el éxito musical con sus bandas de juventud, Mercury se ganó la vida, entre otros, vendiendo ropa de segunda mano en el mercado de Kensington, haciendo de mozo de almacén y de camarero en el aeropuerto de Heathrow.

3. Antes de Queen: el primer grupo, a los 12 años

Mercury formó su primer grupo musical en 1958 mientras estudiaba en una escuela británica situada cerca de Bombay (India), la St. Peter 's Boys School. El cantante tenía sólo 12 años y, junto con cuatro compañeros más de la escuela, formó The Hectics. Ya en Inglaterra, Mercury pasaría por varias bandas más: Smile, Wreckage, Sour Milk Sea y Ibex. Hasta que en 1970 se reencontró con dos ex compañeros -Brian May y Roger Taylor- y fundó Queen.

4.'Barcelona': del Ritz a Ibiza

Freddie Mercury ya era fan de Montserrat Caballé mucho antes de conocerla personalmente. En 1986, mientras Queen se encontraba de gira por España, el cantante confesó en una entrevista en 'Informe Semanal' que su asistente lo despertaba cada día con la voz de la soprano barcelonesa. Poco después de aquellas declaraciones, nominaron Barcelona para los Juegos Olímpicos de 1992. Según explicó el promotor musical Pino Sagliocco en el suplemento 'Rar' que el ARA dedicó a Mercury este julio, fue entonces cuando se le ocurrió la idea de presentar Mercury a Caballé. Dicho y hecho. El 24 de marzo de 1987 los dos artistas se encontraron por primera vez en el Ritz de Barcelona. La complicidad fue máxima y, de esa conversación, nació la canción 'Barcelona', que se estrenó el 29 de mayo en la discoteca KU de Ibiza y que se convirtió en himno oficial de los Juegos del 92, aunque Mercury ya había fallecido.

5. La devoción por sus gatos: de las canciones a la herencia

Mercury tuvo más de una docena de gatos y los quiso como si fueran sus propios hijos. El amor que sentía por ellos quedará eternizado para siempre en algunas de sus canciones, como 'Delilah' -incluida en el álbum 'Innuendo'-, que Mercury dedicó a su felina preferida.

También consagró su primer álbum en solitario, 'Mr. Bad Guy'(1985), a algunos de sus gatos. La devoción que Mercury sentía por sus mascotas era tal que cuando estaba de gira llamaba a casa para oirlas maullar. De hecho, en el libro 'Freddie Mercury. Su vida contada por él mismo '(Robin Book), escrito con declaraciones extraídas de las pocas entrevistas que concedió, el vocalista de Queen se refiere a su herencia y afirma: "Nadie más en sacará un solo penique, excepto mis gatos Oscar y Tiffany. No regalaré ninguna de mis cosas cuando esté muerto. Quiero que me entierren con todo. Y aquel que quiera algo, puede venir conmigo. Habrá muchísimo espacio".

6. Mary Austin, la mujer de su vida

Sin embargo, los máximos beneficiarios de la multimillonaria herencia de Mercury no fueron sus gatos, sino Mary Austin, a quien el cantante dedicó la canción 'Love of my life'. Fue su novia durante 6 años y, cuando dejaron de ser pareja, mantuvieron una profunda amistad hasta la muerte del cantante. De ella se ha dicho que, más allá de amante y amiga, también ejerció como hermana, madre y máxima confidente del cantante. De hecho, ella fue una de las pocas personas a las que Mercury confió, desde un primer momento, el 'secreto' de que padecía el sida y, además de heredar más de la mitad de su fortuna, Austin también recibió el encargo expreso de Mercury de hacerse cargo de su cuerpo una vez muriera.

7. ¿Dónde están sus cenizas?

El cuerpo de Mercury fue incinerado y, por ahora, nadie aparte de Mary Austin sabe dónde están las cenizas. Los rumores las han situado en la costa de Zanzíbar, en el jardín de la mansión que el cantante tenía en el barrio londinense de Kensington -donde aún vive Austin- y en la tumba de los padres de Mercury, en el cementerio de Brookwood, en Surrey. Austin ha negado siempre todas las teorías y aseguró que nunca revelará dónde están.

8. Un piano en la cabecera

Genio y figura, las numerosas reseñas que han escrito sobre la vida de Mercury recogen todo tipo de excentricidades del cantante, como por ejemplo que tenía un piano con candelabros en la cabecera por si la inspiración lo despertaba a medianoche.

9. Complejo dental

Uno de los aspectos físicos que más avergonzaba Mercury era la prominencia de sus dientes. Este hecho le obsesionaba de tal manera que se había planteado, en más de una ocasión, someterse a una cirugía correctiva. Sin embargo, nunca lo hizo por temor a que esto pudiera afectar o dañar su voz privilegiada. De hecho, parece que uno de los motivos de dejarse bigote habría sido, justamente, el intento de disimular ligeramente las piezas dentales.

10. 'The show must go on': el final premonitorio

Mercury supo que tenía el sida 4 años antes de su muerte. En un primer momento, sin embargo, sólo lo confesó a tres personas: a su compañero sentimental, Jim Hutton; a su amiga Mary Austin y su manager, Jim Beach. Este último fue el encargado de hacerlo público con un comunicado justo un día antes de la muerte del cantante. Sus compañeros de Queen se enteraron cuando Mercury ya hacía tiempo que convivía con el virus. Faltaba poco para el trágico final cuando Brian May escribió 'The show must go on', la premonitoria canción que se convirtió en uno de los mayores éxitos de la banda.

De hecho, fue la última canción que grabó Mercury, y el videoclip está hecho con fragmentos de otros clips de la banda, ya que el cantante estaba demasiado débil para participar en la grabación de un nuevo vídeo. La canción se lanzó como sencillo en el Reino Unido el 14 de octubre de 1991, seis semanas antes de la muerte de Mercury.
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Poseedor de uno de los más amplios rangos vocales ha sido homenajeado numerosas veces a lo largo de estos 27 años, pues el estilo de su agrupación marcó un capítulo importante en la historia de la música.

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