sábado, 19 de diciembre de 2020

Los villancicos

 

Breve historia de los villancicos


La Navidad es la época del año donde más tradiciones y costumbres centenarias confluyen: dulces, roscones, regalos, belenes, uvas… y quizá, ocupando el podio del costumbrismo navideño, los villancicos. Lo increíble de estas canciones populares es que todos, con independencia de nuestros gustos musicales, las conocemos, las cantamos y, lo reconozcamos o no, nos gustan y las perpetuamos, generación a generación, en esa tradición oral de la que nacieron.

 



Porque, aunque de un tiempo a esta parte, esa tradición oral del villancico español se ha visto mermada por la influencia de composiciones más recientes de ascendencia anglosajona (Jingle Bells, Wish you a Merry Christmas etc.) todos podemos seguir reconociendo en estas dos estrofas de cancioneros del siglo XVI una voz popular que, de una forma u otra, sigue presente en nuestro tiempo.

Al niño bonito,
nacido en belén,
la virgen le adora
y el viejo también.
Cancionero de nuestra señora (1591)

Venid, pastores,
vamos a belén,
a ver la pastora,
a ver el pastor
donde mana el bien.
Cancionero sevillano (1560)

El origen de los villancicos

El término “villancico”, un fenómeno métrico y lírico que aparece en la tradición poética medieval española y portuguesa, no siempre se refirió al hecho navideño; en un primer momento, simplemente englobaba las cancioncillas con las que los clérigos llevaban la palabra de Dios a los “villanos”, es decir, a los habitantes de la villa que no sabían leer, de hecho, en los registros, el término varía entre “villanesca”, “villancete” o “villancico”.

Los villancicos navideños

Es el poeta Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana, quien en el siglo XV asocia por primera vez en exclusiva el término “villancico” al misterio del nacimiento de Jesús, pero la consolidación temática no es sólida hasta el Cancionero de Uppsala (1556), que incluye un apartado titulado “Villancicos de Navidad a tres bozes”. Por ejemplo:

No la debemos dormir
la noche santa,
no la debemos dormir,
si de su divina esencia
temblará
o qué le podrá decir.

La Virgen a solas piensa
qué hará
cuando al rey de luz inmensa
parirá.

De ahí en adelante, el villancico navideño se irá asentando plenamente, recibiendo un gran impulso durante el Siglo de Oro español, convirtiéndose en el cauce en el que el pueblo podía expresar su alegría por la llegada de la Navidad y el nacimiento de Jesús.

Los villancicos españoles más famosos

En la actualidad, los villancicos de esa tradición más reconocidos son:


Campana sobre campana
Dime niño
Fum, fum, fum
En Belén tocan a fuego
Hacia Belén va una burra
Ya vienen los reyes
A Belén, pastores
Pero mira cómo beben

En Argentina, el villancico coexiste con otros géneros: arrullos, salves, trisagios, alabanzas, romances, canciones y danzas infantiles. La herencia hispánica se refleja en su poesía basada en la copla hexasílaba y en su simple estructura melódica estrófica, diatónica y silábica.

Respecto a los villancicos de la provincia de Tucumán, se destaca que responden a la costumbre de preparar los pesebres para celebrar la Navidad​. Cabe resaltar que, como sucedió en otras regiones de Latinoamérica, la enseñanza y difusión del villancico se inició durante la colonia. El villancico argentino ofrece un estilo compacto y definido. Un estudio analítico de cuarenta villancicos (de la colección de Isabel Aretz y la de Carlos Vega) permite destacar que la melodía está construida principalmente a base del modo mayor, grados conjuntos y saltos triádicos, ámbitos de octava y séptima, carencia de cromatismos y terminaciones en el primer o tercer grados.

El ritmo de este género se encuadra en una métrica binaria predominante, y en esquemas rítmicos de gran simplicidad que dependen de la estructura del verso. La forma del villancico es estrófica y periódica, rigiéndose por agrupaciones de cuatro mensuras; el estribillo no es un elemento constante​ .

ALBRICIAS
 
Albricias, albricias
albricias se den,
por un niño hermoso
nacido en Belén.
Albricias, señores,
que nació en Belén,
el hijo de Dios
para nuestro bien.
María, llorando,
de ver la pobreza
en que había nacido
un Dios de pureza.
Qué dicha sería
de un pobre portal,
de ser la posada
de un Dios inmortal.
 
 
 
 

Huachi Torito 

 
Al niño recién nacido
Todos le ofrecen un don
Yo soy pobre, nada tengo
Le ofrezco mi corazón
Huachi-to torito
Torito del corralito
Huachi-to torito
Torito del corralito
Del árbol nació la rama
De la rama nació la flor
De la flor nació María
De María el Redentor
Huachi-to torito
Torito del corralito
Huachi-to torito
Torito del corralito
A la huachi huachi torito
Torito del portalito
A la huachi huachi torito
Torito del portalito
Huachi huachi torito
Torito del portalito
Huachi huachi torito 

Torito del portalito

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