El jueves 24 de mayo de 1810, se confirma que el Cabildo había designado una junta de gobierno presidida por el virrey Cisneros, quien había sido destituido de su cargo, burlando la voluntad popular. Esto generó la furia de milicias y pueblo, que se presentaron esa misma noche en casa del soberano y unidos lograron su renuncia. La Junta quedó disuelta y se convocó nuevamente al Cabildo para la mañana siguiente.
Manuel Belgrano, por ese entonces había perdido la paciencia luego de conocerse que Cisneros había desacatado la decisión del pueblo de alejarse del mando del Virreinato del Río de la Plata, por lo que juró a la patria y a sus compañeros, que si a las tres de la tarde del ese día el virrey no hubiese renunciado, a fe de caballero, lo derribaría con sus propias armas.
Recordamos la reacción de Manuel Belgrano, mayor del regimiento de Patricios, en casa de Nicolás Rodríguez Peña, cuando juró arrojar por las ventanas al virrey Cisneros si no era apartado derrocado. De más está decir que las palabras de Belgrano “fueron acogidas con fervoroso aplauso”, como recuerda Tomás Guido en su “Reseña histórica de los sucesos de Mayo”.
“¡Juro a la patria y a mis compañeros que si a las tres de la tarde del día inmediato el virrey (Cisneros) no hubiese sido derrocado; a fe de caballero, yo lo derribaré con mis armas!” “¡Juro a la patria y a mis compañeros que si a las tres de la tarde del día de mañana el virrey no ha renunciado, lo arrojaremos por las ventanas de la fortaleza!”.Manuel Belgrano
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