domingo, 24 de mayo de 2020

25 de Mayo de 1810

La frase que quedó en la historia el día 25, "el pueblo quiere saber qué se trata", aludía a las discusiones dentro del Cabildo, donde no se querían aceptar las renuncias cuando había sido el pueblo el que les había dado ese poder.

"Al Cabildo, al Cabildo muchachos!", gritaron French, Chiclana y el padre Grela. La gente comenzó a golpear las puertas.


Una comisión de criollos entregó al Cabildo una lista con los miembros de la junta. El Cabildo dijo que iba en contra de la monarquía si no se consultaban a los demás pueblos del virreinato. French y Chiclana respondieron que se convocaría a un congreso de todos los pueblos.
"Pues esperemos a todos", dijo Leyva. "Eso no puede ser. Esos pueblos no pueden negar el derecho de Buenos Aires a pronunciarse y llamaremos a un congreso".

En eso, entró abruptamente Planes acusando al Cabildo de excederse "escandalosamente en las facultades que le dimos el 22".

"¡Todavía no nos gobierna Rousseau, ni Tomás Payne, señor Planes!", vociferaron los españoles.

No hacerse ilusiones

"Esta disputa es inútil!", cortó Anchorena. Propuso consultar a todos los jefes militares. Leyva, cuando estuvo con los uniformados, intentó convencerlos de evitar una guerra civil, advirtiéndoles que la monarquía tomaría esto con una "rebelión atroz" y les pidió que sostuvieran lo resuelto el día 23. Ya estaba convenido que por los militares contestase Romero, el segundo comandante de Patricios y así evitar que lo hiciera el irascible Martín Rodríguez. Le dijo a Leyva que ellos no sostendrían al virrey, que el pueblo estaba indignado y que ellos no tenían autoridad para apoyar al Cabildo porque no serían obedecidos, y que si los cabildantes se mantenían obstinados, no podrían dominar a la tropa. "No se haga ilusión -dijo Romero- esto está ya hecho: puedo asegurar que el pueblo ha consignado ya lo que quiere por escrito, y ha designado los sujetos que quiere ver en el gobierno".

El griterío, afuera, crecía.

Sin embargo, cuando los cabildantes se asomaron al balcón para que fuera el pueblo quien aprobase o rechazase la medida, vieron que había poca gente por lo avanzado de la hora y por el mal tiempo. Leyva, irónico, preguntó si ese era el pueblo que sostenía a esa junta. Saavedra lo desafió a tocar la campana para llamar a la gente. "Y si por falta de badajo no se hacía uso de la campana, que se mandase tocar la generala y que se abriesen los cuarteles, en cuyo caso sufrirá la ciudad lo que hasta entonces se había procurado evitar".

La Primera Junta de gobierno
Al Cabildo no le quedó otra opción que aceptar la petición. "No hay más remedio que consentir, creo que debemos hacerlo pronto, muy pronto", se resignó Leyva. A las 3 de la tarde, con la jura de sus miembros, nacía la Primera Junta de Gobierno.

Su presidente sería Cornelio Saavedra; secretarios, Mariano Moreno y Juan José Paso; vocales: Manuel Belgrano, Juan José Castelli, Domingo Matheu, Juan Larrea, Miguel de Azcuénaga y Manuel Alberti.

Esta semana pasaría a la historia como la Revolución de Mayo.



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